Por qué los actores famosos deberían limitarse a actuar

Ricky Gervais

Fuente: Wikimedia Commons Public Domain

Tengo el hábito de nunca ver los premios de Hollywood. Para mí, son una manifestación grotesca de libertinaje autocomplaciente proveniente de gente que de otra manera lo único que extraordinario que tienen es lo ordinarias que son.

La única razón por la que tienen fama es porque hacen de cuenta que son otra cosa. No curan enfermedades pero fingen hacerlo. No salvan a cachorritos de edificios en llamas, pero fingen hacerlo. No salvan al mundo de desastres naturales cataclísmicos, pero fingen hacerlo.

Los cerebros humanos no evolucionaron con la previsión de que existiría el cine así que cuando una persona promedio ve a un actor famoso que representó a un superhéroe en su último papel, responden de una manera similar a como lo harían si vieran y conocieran al superhéroe que salvó al mundo. Esta adoración que se le da a las celebridades, junto con la riqueza que acumulan, las convierte en la clase real de nuestra sociedad.

Entonces, puede que sea difícil, para algunas celebridades, no sucumbir a una sensación de grandiosidad narcisista: "Soy un actor rico adorado por millones de fans. Sin duda, mi opinión nada informada sobre asuntos de los que no sé nada es profunda. Oigan, pueblerinos, déjenme darles una clase de manera condescendiente acerca de por qué son inmorales. Los guiaré sobre por quién votar, qué comer y cómo navegar a través de la vida diaria porque finjo ser alguien más en la pantalla.

Entonces llegó Ricky Gervais. Apareció en el escenario y destruyó los espacios privilegiados de las celebridades. No están acostumbrados a que se les llame la atención, y mucho menos a que alguien de su grupo lo haga. Después de todo, Gervais es una celebridad famosa a título propio, así que es parte del ecosistema de grandes estafadores, y aún así posee la fortaleza de decir lo que percibe como hipocresía moral, ignorancia desconcertante, mentalidad grupal paralizante y nauseabundo señalamiento de virtudes.

Gervais miró a su audiencia consentida, narcisista y auto indulgente y le dijo lo que millones de personas pensamos, y lo hizo además con humor. "Si esta noche ganan un premio, no lo usen como plataforma para hacer un discurso político. No están en posición de sermonear a la audiencia acerca de nada, no saben nada acerca del mundo real". Dijo en su divisivo discurso. A través de la historia, los verdaderos sátiros han usado sus habilidades retóricas para retar a los poderosos. Gervais es la última muestra de esta larga tradición. Es decir, usa su talento como cómico para burlarse de una clase élite de farsantes profesionales.

Al escribir esta publicación no quiero implicar que los actores no ofrecen un valor sustancial a la sociedad. El arte, la literatura y el cine nos mueven. Constituyen una parte importante de nuestra cultura y como tal, Hollywood definitivamente le suma al panteón de creatividad humana. Pero, la humildad epistémica es una cualidad claramente ausente entre gran parte de la gente de Malibú. No siempre están bien calibrados sobre lo que saben y sobre lo que no entiende para nada. Y aún así, como ejemplares perfectos del efecto Dunning-Kruger (estar confiado acerca de la propia ignorancia), a veces van por ahí pontificando acerca de asuntos sobre los cuales una caminadora elíptica sería más elocuente.

Así que, aunque agradecemos que nos entretengan, sería mejor que no fueran por ahí pretendiendo ser más morales, más inteligentes y más virtuosos que el resto de nosotros. .