Resiliencia
La psicología del resentimiento a la resiliencia
4 Reencuadres esenciales para el verdadero bienestar.
22 de julio de 2023 Revisado por Davia Sills
Los puntos clave
- Este resentimiento es una reacción común a la presión de "simplemente ser fuerte" ante las dificultades.
- Las personas necesitan verse en contexto y aplicar los nuevos descubrimientos de la ciencia.
- La resiliencia se construye mejor dentro de comunidades y relaciones sinceras y afectuosas.
Al igual que la positividad tóxica y la presión motivacional, la exageración de la resiliencia ha comenzado a dejar un mal sabor de boca en algunas personas.
Para muchos, la resiliencia se ha presentado como el viaje del héroe para superar el estrés de un solo golpe, recuperándose con gran velocidad debido a las incomparables habilidades de arranque, todo mientras ignoramos por completo las condiciones que nos hacen necesitar ser resilientes para empezar. Cuando la resiliencia se presenta al estilo de la vieja escuela, que es solo una cuestión de pura voluntad o la falta de ella lo que nos hace seres humanos adaptables y admirables, no es de extrañar que nos hayamos amargado.
El resentimiento de resiliencia, el rechazo a los empujones trillados y tóxicos positivos para disfrazar y conquistar emociones y "simplemente ser fuertes" como si fuéramos robots de voluntad, está creciendo, y por una buena razón. Connotaciones de resiliencia como esta merecen ser desafiadas. No solo están fuera de lugar, sino que pueden obstaculizar la comprensión de cómo se puede cultivar la verdadera resiliencia.
Para empezar, la resiliencia debe contextualizarse. Ninguno de nosotros vive en el vacío. Cuando experimentamos angustia, es una reacción proporcionada a nuestro entorno, no una falla moral. Una visión sistémica de la resiliencia, que tenga en cuenta las condiciones que se enfrentan, es esencial.
La resiliencia también debe considerarse de acuerdo con los últimos descubrimientos en la ciencia del cerebro. Atrás quedaron los días en que lo evaluamos como una cuestión de carácter o dureza.
A pesar de los sentimientos popularizados, no necesitamos ser inquebrantables bajo estrés para ser resilientes. De hecho, la investigación muestra que somos capaces de ser más resilientes cuando reconocemos los desafíos y permanecemos abiertos a pedir ayuda.
Replantear la resiliencia basada en la ciencia de lo que nos ayuda a que nos vaya bien puede posicionarnos mejor para desarrollarla. Considera estos reencuadres esenciales:
1. La resiliencia es un proceso, no un rasgo.
La creencia de que algunas personas nacen con o sin resiliencia es anticuada. La literatura es clara: la resiliencia lleva tiempo. La experiencia con el sufrimiento puede ayudarnos a desarrollar empatía, adaptabilidad e ingenio, pero no en un abrir y cerrar de ojos. Nuestra capacidad para integrar el aprendizaje de experiencias difíciles se puede nutrir con el tiempo, con intención, en lugar de pensar que tenemos un acervo genético desafortunado o que de alguna manera perdimos el memorando sobre cómo mantener la calma y continuar.
2. La resiliencia no es recuperarse e ignorar las emociones oscuras.
Fingir que estamos bien cuando no lo estamos es un obstáculo, no un partidario del bienestar. No somos pelotas de goma. Levantarnos después de haber sido derribados sin examinar las lecciones y nutrirnos a nosotros mismos puede crear consecuencias no deseadas. La investigación muestra que las prácticas como la atención plena que se centran en la aceptación de emociones difíciles pueden servir para ayudarnos a poseerlas y avanzar a través de ellas de una manera que sea más efectiva que ignorarlas descaradamente.
3. La resiliencia implica aprovechar los factores protectores, no tener la vida perfecta.
La vida es dura. Las relaciones son complicadas. El trabajo y la escuela pueden agotarnos. La investigación ha demostrado que ese perfeccionismo ha aumentado un 33 por ciento en los últimos 10 años.
Somos increíblemente duros con nosotros mismos. Las redes sociales hacen que parezca que somos un desastre si no hemos matado en todo el día para cumplir con nuestros objetivos de vida a los 20 años. Es fácil sentirse infradotado y fracasado cuando los ideales de tener una Insta-vida perfecta se ven en todas partes.
Sin embargo, la investigación cita de forma abrumadora el poder de factores protectores en nuestras vidas. Estos incluyen relaciones afectuosas, vivir nuestros valores, practicar el asombro y la gratitud, pasar tiempo inmerso en actividades relajantes y divertidas, sentido del humor y la capacidad de aprovechar las experiencias pasadas para resolver problemas actuales. No existe una vida perfecta, pero podemos enfocarnos en construir factores protectores que proporcionen los amortiguadores necesarios para los golpes inevitables de la vida.
4. La resiliencia ocurre en una comunidad.
El individualismo firme puede impedir la resiliencia. Las relaciones y el sentido de pertenencia están asociados con ayudar a crear las condiciones de seguridad psicológica, un sentido de pertenencia sin temor a ser menospreciado o examinado. Saber que no estamos solos y tener personas que nos apoyen para vivir los valores ayuda a generar impulso y un sentido de propósito compartido. La resiliencia se construye cuando unimos fuerzas para identificar lo que nos ayuda a sostenernos. Las relaciones sinceras y afectuosas son aspectos vitales de la verdadera resiliencia.
El resentimiento por la resiliencia está justificado cuando se basa en definiciones de la vieja escuela cargadas de vergüenza y eslóganes obsoletos. Sin embargo, cuando replanteamos la resiliencia basada en la ciencia, podemos aprovechar nuestro potencial de adaptación sin ignorar las complejidades que estamos tratando de navegar. En lugar de presionarnos para ser perfectos o tratar de ocultar emociones difíciles, podemos aprovechar los factores protectores, incluidas las relaciones en las que nos sentimos seguros y vistos.
A version of this article originally appeared in English.