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Con más de 25 años de experiencia en el tratamiento de problemas de sexo e intimidad, puedo decirles que no es raro que las parejas femeninas traicionadas expresen su preocupación por que su pareja masculina vea pornografía gay o tenga relaciones sexuales con otros hombres, al mismo tiempo que insiste en que son heterosexuales y aman a sus esposas.
Considera este correo electrónico que recibí de una esposa traicionada (anónimo y usado aquí con permiso):
Recientemente, descubrí que mi esposo desde hace seis años ha estado viendo pornografía de otros hombres. Me enteré cuando pedí prestada su computadora portátil para revisar mi correo electrónico, comencé a escribir la dirección de mi servicio de correo electrónico y me apareció un sitio pornográfico. Examinando su computadora, encontré carpetas que contenían cientos de videos de hombres teniendo sexo con otros hombres. Cuando confronté a mi esposo, dijo que es adicto a la pornografía, pero que nunca me ha engañado. (Creo que usar porno es engañar, pero él no está de acuerdo). También insiste en que no es gay ni siquiera bisexual, y que su uso de pornografía entre personas del mismo sexo está relacionado con el abuso sexual infantil.
Después de eso, pedí ver su teléfono. Al dármelo y sabiendo lo que estaba a punto de encontrar, admitió que me había estado engañando desde el comienzo de nuestra relación usando aplicaciones para ligar, y que en su mayoría estaba haciéndolo con hombres.
Con todo eso, todavía jura que no es gay ni bisexual. Honestamente, no me importa de ninguna manera, siempre y cuando deje de mentir y guardar secretos y sea monógamo conmigo de ahora en adelante. ¿Estoy loca por querer quedarme con él? ¿Estoy perdiendo el tiempo esperando que cambie su comportamiento? ¿Es secretamente gay y solo me usa como tapadera? ¿Es realmente un adicto o solo lo usa como excusa? Estoy realmente confundida y creo que él también.
Huelga decir que sin una evaluación psico-social-sexual completa, no había forma de que yo pudiera responder a las preguntas de la esposa. Sin embargo, me acerqué a esta pareja y rápidamente se hizo evidente que el comportamiento del esposo cumplía claramente con los criterios de la Organización Mundial de la Salud para el trastorno de conducta sexual compulsiva. Con base en eso, recomendé un tratamiento para la compulsividad sexual en Seeking Integrity: Los Ángeles, donde pude seguir involucrado directamente en el proceso de curación de él y de su esposa.
En cuanto a su orientación sexual, el equipo clínico explicó que hay muchas razones por las que un hombre en una relación con una mujer puede optar por comportarse sexualmente con miembros del mismo sexo. Los más comunes son los siguientes:
- Se siente atraído físicamente por otros hombres y siempre se ha sentido así, lo haya admitido o no. Si es así, es posible que sea gay y use a su esposa como tapadera. También podría ser bisexual, atraído tanto por su esposa como por los hombres con los que interactúa.
- Está recreando un trauma temprano de la vida no resuelto (en un intento de "dominarlo" y "controlarlo", aunque está en el pasado y, por lo tanto, no se puede dominar ni controlar). Su trauma también podría manifestarse como un comportamiento de tipo fetiche, en el que ha sexualizado partes del cuerpo masculino pero no tiene ningún deseo de ser romántico e íntimamente conectado con otros hombres.
- Su uso de la pornografía ha descubierto un interés sexual latente en los hombres, y ahora está actuando en consecuencia. (Escribí sobre este fenómeno hace varios meses. Puede encontrar ese artículo en este enlace).
Independientemente de dónde provengan las atracciones hacia el mismo sexo, es importante comprender que una vez que forman parte de la plantilla de excitación de un hombre, no desaparecen. Sin embargo, esto no significa que tenga que actuar sobre esas atracciones. En última instancia, esos hombres (y sus parejas femeninas) deben aceptar y lidiar con estas atracciones de la manera más saludable posible para ellos.
Como sucede a menudo, cuando este cliente en particular ingresó al tratamiento, lo quiso en ambos sentidos. Amaba a su esposa y quería quedarse con ella, pero también quería complacer su atracción por los hombres. Sugirió que tal vez podría ver pornografía gay de forma limitada, o podrían tener una relación abierta que le permitiera tener relaciones sexuales fuera de su relación una o dos veces al mes, o, bueno, la lista de opciones era interminable.
Su esposa, por otro lado, quería una relación monógama. Punto. Eso es lo que le prometió cuando empezaron a salir, eso es lo que le prometió cuando se comprometieron, y eso es lo que esperaba cuando se casaron. Desde su perspectiva, cualquier uso de la pornografía (independientemente de la naturaleza de esa pornografía) era un engaño, y ella no quería, bajo ninguna circunstancia, una relación abierta. Continuamente decía que no le importaba si su marido era bisexual, siempre que respetara sus votos matrimoniales y ya no guardara secretos.
Al final del día, el cliente tuvo que tomar una decisión. ¿Iba a permanecer en su matrimonio y honrar su compromiso con la monogamia, eligiendo así no actuar sobre su atracción por los hombres, o iba a terminar su matrimonio y explorar un tipo diferente de relación y sexualidad?
Ante esta elección, su respuesta fue clara y decisiva. Quería quedarse con su esposa, curar su compulsividad sexual y crear la familia y la relación que ambos deseaban. Finalmente, en una sesión de asesoramiento para parejas, dijo: "Soy un hombre bisexual en un matrimonio monógamo con una mujer a la que amo mucho, y eso es lo más importante en mi vida. Puedo vivir sin pornografía y puedo vivir sin sexo con hombres, pero no puedo vivir sin mi esposa". Como este era su objetivo mutuo, nos dirigimos en esa dirección para ver cómo podían (o no) salir las cosas.
No todas las historias como esta terminan de esta manera. Muchos de estos hombres, con el tiempo, concluirán que una relación heterosexual no es el camino correcto para ellos, sin importar cuánto amen a la mujer con la que están. Otras veces, la pareja optará por tener una relación abierta, pero con límites y reglas claras. Las posibles "soluciones" a este problema son, de hecho, demasiadas y variadas para enumerarlas.
Pase lo que pase, mi trabajo no es presionar ni juzgar ninguna de estas decisiones. En cambio, debo escuchar lo que el cliente y su pareja dicen y ayudarlos a tomar la mejor decisión posible para ellos y su relación. El verdadero objetivo aquí es la honestidad y la toma de decisiones mutuas basadas en esa honestidad. Sin eso, tanto las personas como la relación seguirán sufriendo.
A version of this article originally appeared in English.
