Skip to main content

Verificado por Psychology Today

Pena

Despersonalización: ¿Por qué me siento vacío y adormecido?

¿Por qué la gente sensible e intensa emocionalmente a veces no siente "nada"?

“Soy emocionalmente intensa, pero la mayor parte del tiempo no siento nada, me siento vacía, desconectada de la realidad y de todos a mi alrededor..."

¿Sientes que el mundo alrededor tuyoes irreal?

¿Sientes como si estuvieras viendo a la vida pasar sin ser parte de ella?

¿No logras entender lo que estás sintiendo o no puedes encontrar las palabras para nombrarlo?

¿Te sientes desconectada de tu cuerpo?

A pesar de que al principio puede sonar paradójico, muchas personas sensibles y emocionalmente intensas tienen problemas con el "adormecimiento emocional", un tipo de vacío o muerte interna que atraviesa todo su ser y les arrebata la felicidad y plenitud que la vida tiene para ofrecer.

El Desorden de Despersonalización es la experiencia de sentirse irreal, desconectado, y, con frecuencia, incapaz de sentir emociones. Los individuos que experimentan despersonalización se sienten como si fueran observadores externos de sí mismos y usualmente reportan una pérdida de control sobre sus pensamientos o acciones.

Unsplash

Fuente: Unsplash

El adormecimiento traza su origen a una parte de nuestra historia personal que es demasiado dolorosa como para recordar. Es parte de la naturaleza humana defendernos del dolor. Una vez que hemos experimentado una situación física o emocionalmente dolorosa, como ser traicionados o que alguien se entrometa, toda nuestra atención se enfocará en defendernos para que no suceda de nuevo.

Los seres humanos tenemos tres respuestas para enfrentar las experiencias traumáticas en relaciones, emocionales o físicas, : pelear, huir o congelarnos. Si desconectarnos de los demás para evitar sentir dolor es "huir", entonces adormecer nuestras emociones por completo es "congelarnos".

Cuando nos enfrentamos a situaciones extremas, como rechazo, abandono o vergüenza, nuestros cuerpos o psique entran en un "modo de adormecimiento" como parte de esa respuesta de congelamiento. De hecho, la disociación es nuestro "estado natural como organismos": viene de nuestros instintos animales para sobrevivir las circunstancias más inconcebiblemente difíciles. Cuando las cosas nos abruman, desconectarnos podría ser la única manera en la que podemos preservar nuestra cordura o salvar nuestras vidas.

Sin embargo, este reflejo de protección a veces se queda por mucho más tiempo después de que pasara el peligro real. El adormecimiento emocional tiende a no ser una elección consciente; puede que no estemos conscientes de la construcción del patrón sino hasta después de que se vuelve nuestra manera "normal" de funcionamiento.

Inicialmente, la desconexión ofrece un sentido de pseudoecuanimidad, un estado agradable constante que también nos permite construir un personaje socialmente aceptable. Tal vez sintamos que funcionamos con normalidad, nos levantamos por las mañanas, nos vestimos y vamos a trabajar. Pero eventualmente se vuelve asfixiante.

Este escudo protector puede parecer útil al principio: se siente como si el dolor desapareciera y como si fuera posible "seguir con la vida", tal vez incluso con confianza. A pesar de que el patrón empezó como una manera de protegernos de los demás, eventualmente se transforma en una mecanismo para ocultarnos de nosotros mismos o para negar por completo nuestras necesidades.

La desconexión o adormecimiento emocional se experimentan de diferentes maneras entre distintas personas: tal vez tengamos sensación permanente de aburrimiento y vacío, como si no fuéramos capaces de mostrar nuestrass verdaderas emociones. Tal vez perdamos la capacidad de responder a eventos con la alegría o tristeza usuales, o tal vez nos cueste conectarnos con los demás de maneras profundas y significativas.

En psicología, el término "fobia a la afectación" se usa para describir la tendencia de algunas personas a evitar los sentimientos que consideran intolerables. Como resultado, se desconectan emocionalmente y experimentan la vida de una manera "disociada" o "despersonalizada". La manera en la que funciona nuestro escudo se puede asimilar a lo que el psicólogo Jeffrey Young llama, el "modo protector desconectado". Las señales y síntomas de este modo incluyen "despersonalización vacío, aburrimiento, abuso de sustancias, excesos, automutilación, quejas psicosomáticas, 'inexpresividad', o adopción de una postura pesimista, distante o cínica para evitar involucrarse con personas o en diferentes actividades."

El dolor y los peligros de congelarse

Aunque puede parecer una solución decente para la supervivencia, desconectarse del dolor conlleva muchas desventajas. Por ejemplo, las emociones suprimidas tienden a acumularse en nuestro sistema, dejándonos con una fachada tranquila que oculta las verdaderas heridas mentales: enojo, tanto expreso como reprimido; añorar lo que podría haber sido; angustia por traiciones pasadas; o tristeza por relaciones que terminaron demasiado pronto.

Con tantas cosas ocultas dentro de nosotros, probablemente nos sentiremos sensibles e irritables. Puede que solo hagan falta eventos insignificantes para llevarnos al "punto de ebullición" en donde las explosiones emocionales que parecen haber salido de la nada podrían atraparnos con la guardia baja.

Si nos separamos por completo de nuestro ser, tal vez hagamos cosas que no son congruentes con nuestra verdadera voluntad. Por ejemplo, si nuestras necesidades básicas de comodidad y seguridad no se cumplen, es probable que recurramos a técnicas como comer demasiado, gastar demasiado u otros comportamientos impulsivos para calmarnos.

Unsplash

Fuente: Unsplash

Cuando evitamos sentir emociones negativas, también ponemos de lado nuestra capacidad de conectarnos con toda la felicidad que la vida tiene que ofrecer. Es posible que nos volvamos solo observadores de la vida, viéndola pasar sin ser capaces de estar "en" ella. Algunas personas incluso tienden a experimentar pérdida de memoria, ya que no recuerdan mucho de sus vidas, incluso ver fotos viejas de sí mismos puede parecer surreal.

Puede parecer que las tristezas de la vida se moderen, pero tampoco sentiremos las emociones positivas con toda su fuerza, amor, alegría o amistad. A pesar de que las cosas pueden parecer estar bien en el exterior, probablemente nos sentiremos sobrecogidos por una ola de tristeza o soledad. Cualquier recordatorio de la finitud de la vida puede provocar culpa y consciencia existencial. Esto es porque incluso si parte de nosotros insiste en congelarse, hay algo muy dentro de nosotros que no puede evitar recordarnos que nos estamos perdiendo cosas en la vida.

Dentro de nosotros, sabemos que la estrategia de encerrar nuestro corazón bajo llave ya no está funcionando y que elegir vivir la vida al máximo es permitirle a nuestro corazón que se derrita, florezca y padezca al mismo tiempo. Dentro de nosotros hay un niño salvajemente espontáneo, inocente y juguetón. Muy dentro de nosotros, añoramos involucrarnos por completo con la vida, sentirnos seguros en la presencia de los demásy amar sin contenernos, ya que ese es el llamado de nuestra naturaleza.

Al construir habilidades emocionales y resiliencia, podemos empezar a sentirnos lo suficientemente seguros como para sumergir nuestros pies en las profundidades de nuestras emociones. Podemos empezar con estrategias pequeñas, como aprender a etiquetar emociones y autoregularnos.

Una vez que empecemos a desarrollar cierto grado de capacidad emocional, el proceso de descongelamiento vendrá de forma natural. En ese punto, habremos reabierto la puerta a experimentar la abundancia, alegría y vividez de la vida, cosas que una parte oculta de nosotros ha estado añorando por mucho tiempo.

Ejercicio de reflexión: Trabajar con nuestro escudo

1. Renunciar a la culpa y la vergüenza

El primer paso para liberarnos de nuestro adormecimiento emocional es renunciar a cualquier tipo de culpa o autocrítica que relacionemos con él. Encima del dolor de sentirnos vacíos, es posible que hayamos acumulado capas de vergüenza en cuanto a relaciones y los conflictos asociados.

Por ejemplo, tal vez una pareja íntima nos acusó de ser fríos, defensivos o distantes cuando necesitaban de nuestra atención. Sin embargo, es importante recordar que el adormecimiento nació de un sitio de dolor y vulnerabilidad y no fue nada más que un intento desesperado por sobrevivir. Avergonzarnos o autoflagelarnos por habernos adormecido en primer lugar solamente reforzará el patrón defensivo.

2. Reconocer la tristeza

Una vez que nos hemos alejado de ese crítico interno, estamos listos para acercarnos a nuestro adormecimiento desde una posición de compasión. Esto es importante porque en el momento en el que reconozcamos por primera vez el grado hasta el que nuestro adormecimiento ha evitado que sintamos alegría, nos golpeará una ola de tristeza. Este es un duelo por el hecho de que hemos estado desconectados de nosotros mismos y de nuestra verdadera naturaleza por mucho tiempo. En lugar de alejarnos de la tristeza, debemos establecer la intención de acercarnos más a ella, de sentirla para que podamos digerirla en lugar de suprimirla.

3. Examinar el escudo

Ahora estamos listos para observar nuestro adormecimiento con detenimiento. Usemos nuestra imaginación para reflexionar sobre las siguientes preguntas:

  • Si mi adormecimiento emocional es una pared o un escudo, ¿qué tan gruesa es?
  • ¿De qué tipo de materiales estaría hecha? ¿Metal, madera o plástico? ¿Qué tan densa o pesada es?
  • Cuando toco esa pared/escudo, ¿siento frío o calor?
  • ¿Cambia según mis circunstancias o nivel de energía, o se mantiene estática o estancada?
  • Si la pared/escudo tiene voz, ¿qué dice?

4. Agradecer y transformar el adormecimiento

Sigamos acercándonos al escudo hasta que lleguemos a las heridas sensibles que se encuentran bajo su superficie. Respirando suave y profundamente durante todo este proceso. Solo hasta entonces podríamos considerar decir: "gracias por protegerme todos estos años. No habría sobrevivido sin ti. Sin embargo, ahora soy más fuerte y ya no te necesito."

Nuestra meta aquí no es deshacernos del escudo sino entablar una amistad con él y llegar a conocerlo para que ya no sea el maestro de ceremonias. No esperamos que las cosas cambien de un día para otro, y es probable que tengamos que repetir el proceso de acercamiento y cuestionamiento una y otra vez.

La próxima vez que nos descubramos usando el escudo para defendernos contra emociones emergentes, o cuando nos sintamos adormecidos en un momento en el que queramos sentirnos vivos y presentes, estaremos más presentes, y nuestro adormecimiento ya no será una fuerza destructiva e inconsciente.

La meta de nuestro escudo emocional es protegernos, y podemos elegir si lo usamos o no. Pero el poder vive en ti.

Esta publicación es un extracto del libro Intensidad y sensibilidad emocional.

A version of this article originally appeared in English.

publicidad
Acerca de
Imi Lo

Imi Lo trabaja con personas emocionalmente intensas y altamente sensibles en todo el mundo. Tiene maestría en Salud Mental y en Estudios Budistas. Imi es autora de Emotional Sensitivity and Intensity, disponible en muchos idiomas; y de The Gift of Intensity.

Más de Imi Lo
Más de Psychology Today
Más de Imi Lo
Más de Psychology Today