Cualidades que fortalecen para mejorar el amor en nuestras relaciones

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Los amantes son aquellos para los que ningún minuto es como cualquier otro, personas entre las que no ocurre nada habitual, solo lo nuevo, sin precedentes, inesperado. En tales conexiones existe una felicidad casi insoportable. Cuando entendemos nuestras vidas correctamente, podemos crecer lentamente en dicha felicidad al prepararnos para ella. Cuando amamos, no debemos olvidar que somos principiantes, chapuceros de la vida, aprendices enamorados. Debemos aprender el amor y eso requiere calma, paciencia y compostura. Rainer Maria Rilke

Rilke nos recuerda : "Debemos aprender a amar". Estas parecen palabras extrañas de un poeta conocido por sus escritos místicos. En otras palabras, el amor es una práctica que requiere el cultivo de creencias apreciadas sobre el significado del amor. Si alguna vez has atravesado el territorio al que se refiere Rilke, sus palabras sirven como recordatorios de las cualidades internas requeridas de aquellos que desean amar.

Es un gran misterio que un proceso tan natural como el amor sea frecuentemente tan complicado. El arte de aprender a amar bien es uno de los retos más exigentes que asumimos en nuestras vidas. Después de intentos fallidos de desarrollar relaciones amorosas sostenidas, muchos concluyen que no están a la altura del desafío. Pueden creer que no son del tipo que se establecen con una persona. En cambio, renuncian a su sueño en lugar de arriesgar la perspectiva de dolor, frustración y decepción.

¿Por qué es que para nosotros las relaciones amorosas pueden ser tan complejas de crear y mantener ? ¿Es cierto que hay muy pocos buenos candidatos con quienes uno puede relacionarse auténticamente? ¿Es posible que nos desaprendamos de los patrones defensivos que sirvieron en la infancia pero que ahora causan frustración y aislamiento?

Estas y muchas otras preguntas complejas surgen una vez que decidimos embarcarnos en el camino del amor. Cuanto más avanzamos, más formidables son las preocupaciones. Muchas personas creen que lo contrario debería ser cierto, que cuanto más profunda sea la conexión que desarrollemos, más fácil debería ser. Y si no se está volviendo más manejable, es porque algo está mal; mal con ellos, mal conmigo o mal con nosotros.

No necesariamente. Las interconexiones profundas pueden sacar lo peor y lo mejor de nosotros: nuestros miedos más profundos y nuestras mayores esperanzas, el desinterés y la posesividad, la bondad y la insensibilidad, la generosidad y el egocentrismo. Al trabajar conscientemente con estas emociones e impulsos, desarrollamos más confianza unos en otros y gradualmente bajamos las defensas que nos protegen de la angustia emocional.

El gran amor, el gran sexo y la gran intimidad son características distintivas de las grandes relaciones. Las grandes relaciones son un subproducto de vivir la vida de una manera que apoye el cumplimiento de esa intención. Apreciar el tipo de relación que queremos y el tipo de persona con la que queremos compartir esa relación, son pasos esenciales en la realización de nuestros sueños. Tenemos que ser la persona de nuestros sueños si queremos nutrir la relación que deseamos. Se trata de en quién nos convertimos en el proceso.

Cuando identificamos nuestras cualidades que debemos fortalecer, la probabilidad de atraer a la persona adecuada aumenta dramáticamente. Ser un gran amante tiene menos que ver con la técnica que con nuestra calidad de ser. A medida que cultivamos la presencia, la generosidad, la compasión, el compromiso y la confiabilidad, podemos integrar esas cualidades en nuestras vidas y nuestras relaciones se verán mejoradas naturalmente.

Realmente no hay límite a lo que es posible cuando dos personas se asocian para apoyarse mutuamente en una búsqueda para descubrir posibilidades en su viaje. Sí, toma esfuerzo, tiempo y energía, pero como cualquiera que haya permanecido en el camino por un tiempo te dirá, el resultado vale cada onza de energía y mucho más. Más de lo que puedas imaginar. Entonces, ¿qué estás esperando?