Skip to main content

Verificado por Psychology Today

Miedo

Algunos datos que calmarán tu miedo a la muerte

Tal vez ya hayas atravesado por cosas tan difíciles o peores físicamente que la muerte

Jovani Carlo Gorospe | Dreamstime
Fuente: Jovani Carlo Gorospe | Dreamstime

Woody Allen en una cita muy famosa dijo: “No tengo miedo de la muerte; simplemente no quiero estar allí cuando suceda.”

Hay muchas cosas racionales por las cuales preocuparse cuando contemplamos nuestra propia muerte, quizás la principal de ellas sea la preocupación sobre cómo nuestros seres queridos enfrentarán emocional y materialmente nuestra ausencia. Pero muchos de nuestros peores temores sobre la muerte son menos realistas y se basan más en cómo imaginamos que es la muerte. Este artículo trata sobre esos temores infundados.

En la sociedad occidental moderna, la mayoría de la gente tiene poca experiencia directa con la muerte, y no nos gusta hablar sobre el tema. Nuestra sociedad está organizada de tal manera que los muertos se eliminan rápidamente de entre nosotros, y aquellas tradiciones que incita a ver a los muertos lo hacen solo después de una cuidadosa preparación cosmética por parte de embalsamadores especializados, a menudo dando como resultado , que los muertos parezcan más una elegante réplica de cera de la persona viva. Generalmente no se fomenta la asistencia de niños a funerales y cementerios, lo que se suma a esa temida sensación desconocida hacia la muerte con la que muchos de nosotros crecemos.

Miedo al dolor

No hay razón para esperar que el proceso real de morir sea peor físicamente de lo que tú u otras personas que aún viven ya experimentaron anteriormente.

Para la mayoría de las personas, el terror del proceso real de morir probablemente implica miedo al dolor físico. Probablemente también implica una incomprensión temerosa del proceso aparentemente misterioso por el cual la consciencia que es nuestro "yo" se extingue, o se desvanece.

Vamos a abordar primero nuestro miedo a una muerte dolorosa. Todos tenemos miedo al dolor. Todos hemos experimentado dolor físico, algunos más que otros, y es muy probable que hayamos sido testigos de dolor y agonía más extremos en otros de lo que hemos experimentado en nosotros mismos. Todo esto nos hace temer el dolor. El dolor físico surge del daño a nuestro tejido vivo. Dado que la muerte es la destrucción final de nuestros tejidos vivos, naturalmente asumimos que la muerte debe ser la experiencia final más dolorosa. Como nadie que realmente haya muerto puede decirnos cómo se sintió físicamente, naturalmente tenemos terror a morir.

Pero, de hecho, racionalmente y desde un punto de vista médico, no hay ninguna razón particular para suponer que la intensidad del dolor (u otras formas de incomodidad o deterioro) por diversas causas de muerte sea mayor que la intensidad del dolor de diversas enfermedades y lesiones que nosotros mismos ya hemos experimentado anteriormente, o el dolor que otros han experimentado y sobrevivido para contar. Además, morir en sí mismo no implica necesariamente procesos dolorosos; algunas formas de muerte son dolorosas y otras no. Y muchas lesiones agudas son en realidad más dolorosas después (en personas que las sobreviven) que en el momento de la lesión.

Sin embargo, para no endulzar este tema, ciertamente muchas de las personas que han sobrevivido a formas más extremas de lesión o enfermedad agonizante nunca querrían volver a experimentarlo, y algunas quedan traumatizadas psicológicamente por la experiencia por mucho tiempo después (tengan paciencia conmigo, estamos hablando solo por un momento sobre los peores escenarios). Hay muchas razones para pensar que el dolor y el sufrimiento son tan malos o peores para aquellos que sobrevivieron a tal lesión o enfermedad que aquellos que murieron. Sin embargo, incluso los sobrevivientes más traumatizados han podido en muchos casos vivir una vida plena y son capaces de hablar de la experiencia.

Por lo tanto, aunque ciertamente deseamos nunca experimentar tal cosa, incluso en la peor de nuestras pesadillas de muerte, el dolor real en sí mismo es algo que ciertamente puede soportarse y sobrevivirse, como lo han demostrado algunos de nuestros semejantes. La capacidad humana para soportar el sufrimiento a menudo es muy sorprendente. Y de lo que acabamos de hablar son los casos más extremos de dolor y sufrimiento, no los escenarios más comunes.

Cese de la conciencia

¿Qué hay con el proceso mediante el cual nuestra mente consciente de sí misma y la totalidad de nuestra experiencia subjetiva terminan abruptamente? Dado que la muerte, desde un punto de vista biológico, implica una extinción completa y absoluta de la consciencia, estar muerto no se sentirá como nada, no más de lo que sentías, digamos, un año antes de que nacieras. Simplemente no habrá un "yo" para experimentar el sentimiento (puede ser difícil para nosotros, criaturas egoístas, imaginar que el mundo existe independientemente de si nosotros mismos existimos para experimentarlo).

Como nos recuerda el psicólogo evolutivo Jesse Bering, "considera el hecho bastante sorprendente de que nunca sabrás que estás muerto. Puedes sentir que te desvaneces, pero no es como que habrá un 'yo' alrededor capaz de comprobar que, una vez que todo esté dicho y hecho, en realidad haya sucedido.2 Este punto fue elaborado hace unos 2.300 años por el filósofo griego Epicuro, que escribió: “¿Por qué temer a la muerte cuando nunca podemos percibirla?”3El filósofo epicúreo romano Lucrecio más tarde señaló que nuestro estado de no existencia por la eternidad del tiempo después de nuestra muerte, es el mismo estado para la eternidad del tiempo antes de nuestro nacimiento.

Aparte de la experiencia nocturna de quedarse dormido (especialmente el sueño profundo y sin sueños), el proceso real de perder el conocimiento debido a una lesión o enfermedad, así como inducido por la anestesia 4, ya sea repentina o gradual, es una experiencia que muchos de nosotros hemos tenido. No hay ninguna razón para pensar que la experiencia de perder temporalmente la consciencia es diferente de la experiencia de perder permanentemente la consciencia, en términos de cómo se siente el proceso real de desvanecerse .

Las personas pueden sentir que pierden la consciencia, solo si es gradual, pero nadie experimenta la inconsciencia en sí misma, a menos que estén en un estado ligero de inconsciencia con consciencia parcial o soñando. De hecho, las personas que han sido resucitadas después de estar técnicamente muertas durante unos minutos no describen la experiencia de cómo se sintió cuando estaban perdiendo el conocimiento de manera diferente en comparación con aquellos que perdieron el conocimiento por otras causas transitorias. ¿Y por qué deberían?

Entonces, nuestra sensación de que el proceso de morir es algo completamente ajeno a la experiencia de cualquier ser humano vivo está realmente equivocada. Tenemos una idea de lo que se siente morir, ya sea por nuestra propia experiencia o los relatos de otros (relatos de personas vivas, ¡sin necesidad de una sesión espiritista! No se requieren creencias mágicas en este ejercicio de verificación de la realidad). Y una vez que uno ha muerto realmente, estar muerto no se siente como nada en absoluto, obviamente. Simplemente no hay un "yo" que experimente la sensación.

Agarrando la vida por los cuernos

La consciencia de nuestra mortalidad puede ser un desafío profundo para nuestra autoimagen de ser una entidad tan importante, indispensable e independiente en el universo. O puede llenarnos de un sentido de lo preciosa y frágil que es esta oportunidad, el valor de una vida. Puede inspirarnos y motivarnos a vivir la vida al máximo, con el sentido de que no debemos desperdiciar nuestros días: llevarnos a experimentar, aprender, crecer, conectarnos y contribuir a quienes nos rodean y a quienes vendrán después.

O, como dijo el psiquiatra Irvin Yalom, en Mirando al Sol: Superando el Terror de la Muerte: "La manera de valorar la vida, la manera de sentir compasión por los demás, la manera de amar cualquier cosa con mayor profundidad es ser conscientes de que estas experiencias están destinadas a perderse."5

Nuestra mortalidad y finitud nos recuerdan la urgencia de vivir aquí y ahora, con pleno compromiso en la vida y con dedicación a quienes nos rodean. Cuando la muerte venga por nosotros, que nos encuentre entre los vivos.6

A version of this article originally appeared in English.

publicidad
Acerca de
Ralph Lewis M.D.

Ralph Lewis, Médico, es profesor asociado en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Toronto, psiquiatra en Sunnybrook Health Sciences Centre, y consultor en el Odette Cancer Centre en Toronto.

Más de Ralph Lewis M.D.
Más de Psychology Today
Más de Ralph Lewis M.D.
Más de Psychology Today