Enojo
7 cosas que debes aprender sobre tu temperamento
Si no sabes de donde proviene, el enojo puede hacer explotar tus relaciones.
1 de junio de 2020 Revisado por Gary Drevitch
"¡Deja de llorar en este instante!"
"¡No tomes esa actitud conmigo!"
Probablemente ya no escuchas estas órdenes con frecuencia, pero las cosas que tus padres y cuidadores te decían cuando te enojabas de niño probablemente se te quedaron en la mente.
La manera en la que tus padres expresaban su propio enojo probablemente también te enseñó algunas cosas, que la emoción debíade evitarse, que era mala o que alguien siempre salía lastimado cuando se expresaba. En otras palabras, tus experiencias de la infancia podrían haber creado heridas emocionales duraderas que alteran tus relaciones adultas hoy en día.
Cuando sientes enojo, las hormonas del estrés inundan tu cuerpo, cerrando la parte racional de tu cerebro. Tal vez quieres ir a esconderte o atacar y negarlo todo, dependiendo de la manera en la que te criaron. Casi siempre, la respuesta automática al enojo que cargamos desde niños nos lastima como adultos.
Afortunadamente, las heridas así pueden sanar.
Al aprender algunas cosas sobre el enojo, es posible encontrar mejores maneras de ocuparse de esa emoción. Estas son siete cosas que debemos saber sobre el enojo causado por heridas emocionales y cómo evitar que controle nuestras vidas:
1. El enojo reprimido es como un volcán.
El enojo puede incomodar o asustar a los demás, así que tus padres pueden haberte alentado a guardarlo en lugar de dejarlo salir. Pero, el problema con la supresión es que crea una montaña de sentimientos explosivos que eventualmente pueden hacer erupción de maneras hirientes, desde enfermedades físicas y depresión hasta comportamientos autodestructivos.
2. Tu enojo está intentando hablarte.
El enojo es la manera en la que tu cerebro te dice que algo te molesta. Si alguien dice o hace algo que te enoja y tú ignoras esos sentimientos, también estás ignorando al detonante. Si algo es lo suficientemente importante para ti como para causar la emoción, obviamente es demasiado significativo como para ignorarlo.
3. Tu cuerpo te avisa cuando estás enojado.
El enojo suele desarrollarse tan rápida e intensamente que es difícil reconocer que estás sintiéndote enojo antes de reaccionar. Al aprender a reaccionar lo que el enojo le hace a tu cuerpo (como que se te enrojece la cara o genera presión en tu cuello), serás capaz de crear un espacio entre el detonante y tu reacción.
4. Las reacciones pueden controlarse.
Un amigo dice algo hiriente, una pareja romántica parece distante o un niño está haciendo berrinche. Cualquiera de estas cosas puede provocar una reacción que nos lleva a responder de manera dañina. Tal vez no parezca posible ahora, pero somos capaces de manejar nuestras reacciones ante los detonantes. Al controlar las respuestas impulsivas, podemos considerar la situación y elegir hablar o actuar de la mejor manera posible.
5. Tu infancia todavía te está haciendo enojar.
Consideremos este escenario: de niño, tu papá revisaba tu tarea después de cenar mientras se tomaba su cuarta cerveza de la noche. Siempre le encontraba algo de malo y te insultaba, te llamaba "estúpido" y "flojo". En lugar de descartar a tu padre como un alcohólico, desarrollaste un miedo a ser criticado y una creencia de que las críticas son degradantes. Como adulto, cuando tu jefe te pide que vuelvas a hacer un reporte que tiene errores, respondes con enojo, pero lo que provocó tu reacción tiene más que ver con tu papá que con tu jefe.
6. La reactividad puede destruir relaciones silenciosamente.
Cuando intentas hablar con tu pareja mientras cualquiera de los dos está reactivo, no se gana nada. Hablan uno por encima del otro y solo piensan en lo que podrían decir para ganar la discusión. Al final, ambos pierden porque nadie está escuchando. Este tipo de reactividad puede llevar a una relación en la que uno o ambos siempre va de puntitas por temor a causar una pelea, mientras que los problemas debajo de los intercambios acalorados nunca se revelan ni resuelven.
7. La consciencia plena es lo opuesto a la reactividad.
Las buenas relaciones no ocurren por accidente. El enojo manejado de maneras poco saludables evita que nosotros y nuestros seres queridos obtengamos lo que queremos de la vida y de los otros. La consciencia plena es la clave para lograr reacciones saludables a los detonantes y al enojo, debido a que la consciencia plena es lo opuesto a la reactividad.
Cómo seguir adelante
El primer paso para cambiar la manera en la que interactuamos con otros es identificar los problemas y aceptar la responsabilidad. Mirar dentro de nosotros mismos honestamente y hacer una revisión consciente del papel que tenido el enojo en nuestras relaciones. Solo entonces podemos iniciar el proceso de aprender la manera de acceder a y procesar nuestros sentimientos. Cuando nos comprometemos a cambiar la manera en la que pensamos y nos comportamos, retomamos el poder sobre nuestras vidas. Usando la consciencia plena para reparar las heridas emocionales, podemos avanzar con un espíritu de perdón y gratitud.
A version of this article originally appeared in English.