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Verificado por Psychology Today

Relaciones

Cómo aprendemos de relaciones fallidas

Las relaciones fallidas nos permiten aprender, si podemos acceder a la sabiduría

Los puntos clave

  • Los recuerdos pueden activar ansiedad o sospechas sobre los comportamientos de un nuevo interés amoroso.
  • El potencial puede percibirse como real y la decepción por las relaciones fantasiosas puede doler.
  • Los arrepentimientos representan retroalimentación interna sobre nuestro comportamiento pasado.

Los recuerdos nos protegen. Informan nuestras decisiones y acciones presentes, ayudándonos a anticipar y planificar el futuro con base en experiencias pasadas. Tener recuerdos de desamor o simplemente recordar decepciones repetidas puede advertirnos innecesariamente que una relación actual fracasará incluso antes de que le demos una oportunidad. Como resultado, se pueden activar la ansiedad o sospechas injustificadas sobre los comportamientos de un nuevo interés amoroso.

Un final devastador para un romance anterior puede influir en nuestra sensación de vulnerabilidad. El sesgo de memoria para información relevante sobre amenazas, como la idea de que una pareja actual puede lastimarte, basándose en el recuerdo de las acciones de una pareja anterior, tiende a estar presente en personas que tienen trastorno de estrés postraumático, trastorno obsesivo-compulsivo y trastorno de pánico (Coles y Heimberg, 2002). Sin embargo, para todos nosotros, el pasado puede generar cautela ya que todos dependemos de la memoria para informar las decisiones presentes y futuras. Podemos reflexionar sobre la información, ignorar lo que nos dice el pasado o incluso tomarlo demasiado en serio.

Las relaciones no tienen que ser duraderas para activar recuerdos que puedan influir en nosotros. Las relaciones breves también pueden estar alimentadas por recuerdos que pueden llevarlas al fracaso. Las citas en línea, y las citas en general, pueden hacernos sentir inadecuados o defraudados, especialmente si hemos sufrido experiencias previas de relaciones fallidas.

La pasión puede ser despertada por parejas potenciales cuya existencia se convierte en producto de nuestra imaginación (Bershied y Walster, 1978). Estos otros ocultos son el resultado de imágenes de estándares idealizadas y representan cuestiones no resueltas sobre cómo establecemos y ajustamos nuestros estándares ideales a lo largo del tiempo (Simpson, Fletcher y Campbell, 2008). Sin embargo, el potencial puede percibirse como real y la decepción por estas relaciones fantasiosas puede doler.

Introspección y arrepentimiento

Podemos recordar una relación fallida con una tranquila introspección. La introspección implica la autorreflexión: examinar nuestros pensamientos, sentimientos, motivos y vulnerabilidades. Sin embargo, los recuerdos de vergüenza o tristeza pueden hacernos reflexionar sobre lo que lamentamos. El arrepentimiento se ha conceptualizado como una emoción cognitiva de orden superior porque implica tanto pensar como sentir (Lerner y Keltner, 2001; Västfjäll et al., 2011). Cuando experimentamos la vergüenza del arrepentimiento, estamos motivados para alterar temporalmente los recuerdos imaginando lo que podría haber sido si hubiéramos tomado un camino diferente o aprovechado una oportunidad (Nathanson, 1992). Aunque no podemos borrar el pasado, considerar las elecciones que hicimos y las posibilidades alternativas puede ayudarnos a aprender algo para el futuro y moldearnos positivamente.

El arrepentimiento nos informa de un fracaso a la hora de estar a la altura de nuestros ideales, más allá de los errores que hemos cometido (Davidai y Gilovich, 2018). A la larga, nos arrepentimos de nuestras inacciones más que de nuestras acciones, por lo que el arrepentimiento persiste donde existía la oportunidad y donde hemos perdido perspectivas tangibles de cambio, crecimiento y renovación (Davidai y Gilovich, 2018; Roese & Summerville, 2005). A pesar de lo incómodos que puedan sentirse nuestros arrepentimientos, representan una retroalimentación interna sobre nuestro comportamiento pasado. El proceso cognitivo, conocido como pensamiento contrafáctico, tiene que ver con nuestra evaluación de un resultado en comparación con lo que se habría ganado o perdido si hubiéramos tomado una decisión diferente (Zeelenberg et al., 1998). Por lo tanto, simulamos mentalmente otros resultados de eventos pasados al considerar alternativas hipotéticas (Davis et al., 1995). Aun así, podemos buscar información contrafáctica por sí misma (FitzGibbon et al., 2021). Por lo tanto, cuando se pierde el amor, se nos brinda una importante oportunidad de revisar nuestras decisiones y evaluar nuestros comportamientos retrospectivamente.

La vergüenza del fracaso

Sin embargo, podemos ignorar las lecciones que podemos aprender de una relación fallida. En cambio, podemos hacer frente o defendernos de la vergüenza y la tristeza que experimentamos por el amor perdido al atacar al otro (“Era un perdedor de todos modos”), al atacarnos a nosotros mismos (“No merezco amor”, a través del retraimiento (“Nunca voy una cita otra vez”), o la evitación (“Solo beberé hasta dormirme y lo olvidaré todo”) (Nathanson, 1992).

La vergüenza del fracaso puede parecer terrible, pero es un maestro que nos permite mirar hacia adentro y pensar profundamente en nosotros mismos (Nathanson, 1992). Los momentos de vergüenza brindan una oportunidad para la autorreflexión y son una forma de obtener significado de nuestras experiencias. Aunque mirar hacia atrás no siempre puede influir en el comportamiento futuro, una capacidad autorreflexiva puede permitirnos responder positivamente a la angustia.

Los eventos del pasado son indicaciones de aprendizaje y marcadores de hasta qué punto hemos aprendido o no. Considera tus relaciones anteriores, pero no con la intención de arreglarlas ya que ese pasado ya no existe. En cambio, podemos mirar esos eventos y cómo usarlos para dar sentido a una nueva relación. Lo que hace del yo un límite que se convierte en un obstáculo para el aprendizaje es cuando el yo se convierte en objeto de necesidad; por ejemplo, cuando nos damos cuenta de que solo estamos interesados en protegernos a nosotros mismos en lugar de aprender sobre nosotros mismos y aceptar nuestras vulnerabilidades. Cuando recordamos las relaciones fallidas, ya sea voluntaria o involuntariamente, no debemos temer la vergüenza si podemos aceptar la posibilidad de aprender inmensamente de lo que hemos experimentado. Además, una nueva relación puede ser un camino hacia la sanación ya que el amor enraizado en la voluntad de afirmar el valor del otro puede absorber la vergüenza (Nathanson, 2010).

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Mary C. Lamia Ph.D.

La Dra. Mary C. Lamia, es psicóloga clínica en Marin County, California.

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