Relaciones
7 pasos para ayudar a tus hijos adultos con enfermedades mentales
Siete pasos para los padres que aman a un hijo adulto con una enfermedad mental.
24 de julio de 2020 Revisado por Lybi Ma
"Les ruego que tengan valor, las almas valientes pueden solucionar cualquier desastre" ~ Catherine the Great
Cada mes recibo correos electrónicos de padres, (igual que tú, tal vez) de hijos adultos que tienen una enfermedad mental seria. Me dicen muchas cosas, pero en la que todos están de acuerdo es en lo doloroso que es ver a sus hijos o hijas angustiados y al mismo tiempo reacios a aceptar ayuda. Están enojados con sus padres, los culpan y les gritan pero necesitan desesperadamente su ayuda. Pero también hay mucha esperanza. Yo lo sé. Mis padres pasaron por este mismo viaje. Por cinco años estuve entrando y saliendo del hospital debido a ataques psicóticos. No solamente me negaba a recibir ayuda, también me negaba a aceptar el diagnóstico de trastorno bipolar con psicosis y trastorno de ansiedad generalizado.
“Resiste, el dolor acaba” ~ Unknown
Hay miles de razones por las que una persona se niega a recibir tratamiento. Estas pueden incluir (y para mí así fue) negación, anosognosia (es decir, la incapacidad de reconocer que estás enfermo), vergüenza, lo emocionalmente abrumador que es, el estigma, la falta de acceso a un buen tratamiento, insuficiente educación sobre las enfermedades mentales, el miedo al cambio y la falta de habilidades o el apoyo para pasar por un cambio.
Pero hay pasos que tú como padre o persona de apoyo puedes tomar, al menos inicialmente, si estás enfrentándote a esta situación. Las sugerencias podrían ayudar a sentirte un poco menos impotente, un poco menos solitario y mucho más útil.
Hay que saber que el cambio es inevitable, la recuperación posible y que los hijos adultos pueden recuperar sus vidas, aunque tal vez no la vida exacta que tenían antes de la enfermedad, pero sí una vida digna de vivir.
"La recuperación es una manera de vivir una vida satisfactoria, con esperanzas y útil, incluso con las limitantes causadas por la enfermedad… (es desarrollar) un nuevo sentido y propósito en la vida conforme uno crece más allá de los efectos catastróficos de la enfermedad mental”. ~ Bill Anthony
Yo no tengo hijos con trastornos mentales. Pero soy alguien que vio por lo que mis padres atravesaron mientras yo batallaba para darle sentido a mis propios trastornos psiquiátricos y encontraba mi camino hacia la recuperación.
Este viaje no es solamente para tu hijo adulto, toda la familia se embarca en ello. La enfermedad mental se convierte en una condición de toda la familia, caótica y aterradora. Esto lo sabes, pero también debes saber esto:
- Puedes hacerlo, pero no por tu cuenta.
- Las cosas cambiarán.
- Es posible recuperarse (tanto para la persona como para la familia).
Estas son siete sugerencias para hacer que esta difícil situación sea más soportable:
1. Detén las luchas de poder (o juicios) con tu hija o hijo. ¿Cómo puedes hacer esto? Escucha lo que te diga tu hijo. No lo corrijas, no intentes cambiarlo o convencerlo. Solo escucha. Resume lo que los escuches decir. Solo porque estás escuchando y reflejando lo que te dicen, no significa que estás de acuerdo con ellos. Significa que estás haciendo todo lo posible para entenderlos y para entender su experiencia. Como cualquiera, las personas con enfermedades mentales quieren ser escuchadas, quieren ser comprendidas. Y esto no sucede frecuentemente para alguien con una enfermedad mental. Entender realmente lo que están sintiendo (es decir, empatizar) puede reconstruir la confianza. No es fácil. Creéme. Pero puede construir puentes en donde antes los puentes habían explotado. Consulta el sitio de internet y el libro del Dr. Amador (¡No necesito ayuda! No estoy enfermo) para encontrar más instrucciones sobre cómo empatizar y escuchar activamente.
2. Recuérdale, tanto a tu hijo como a ti mismo que ambos están en el mismo equipo. Pero no solo se lo digas, demuéstralo. Hazlo mediante el trabajo colaborativo: escucha sin un plan; sé su equipo en la toma de decisiones y pon límites cuando sea necesario. Decirle a los hijos adultos lo que necesitan, lo que deberían hacer o lo que tú sabes que les ayudará solo hará que se vuelvan más tercos. Probablemente ya experimentaste esto.
3. Reconoce que tú no eres la mejor persona para ayudar. Puede no ser útil decir que estás en el mismo equipo. A veces hay demasiada animosidad, demasiada confianza destruida (de ambos lados) y tu hijo adulto te percibe (en ese momento) como el enemigo. Debido a la naturaleza actual (pero temporal) de la relación, puede ser mejor encontrar quién, si es que hay alguien, con quien sí conecte bien. ¿Hay alguien a quien tu hijo escuche, en quien confíe? Esa persona debe ser alguien que quiera lo mejor para tu hijo (obviamente), no alguien que le ayude o agravie la situación. Por ejemplo, no puede ser una persona con la que se emborrache o que le haga creer que eres una interferencia. Un amigo cercano, un tío muy querido, un maestro que admiren, hay muchas opciones.
4. Pregúntale qué necesita para sentirse seguro. Tal vez no lo saben. Tal vez no son capaces o no quieren calmarse lo suficiente como para expresar lo que necesitan. Puede que primero sea necesario ayudarles a calmar su enojo. ¿Están dispuestos a ir a terapia, no por la enfermedad mental sino para entender los dilemas de la vida, para resolver algunos problemas. Incluso si culpan a todos los demás por sus problemas, puedes mencionar que la terapia podría ser un buen lugar para hablar de eso. Y con eso, un buen terapeuta puede ayudar a obtener entendimiento y aprender habilidades de resolución de problemas
5. A veces lo único que queda por hacer (pero también lo más importante) es hacerles saber que estás ahí y no te irás a ninguna parte. Cuando o si deciden acercarse, tú estarás ahí, sin juicios, con amor y curiosidad. El elemento más importante para mí fue saber que mis padres, incluso cuando los alejaba, me amaban incondicionalmente y estarían ahí. Tal vez no les gustaba cómo me estaba comportando, pero yo sabía que me amaban a mí. Incluso cuando rehusaba su ayuda, había una parte de mi consciencia, una parte mi alma que los escuchaba, que registraba lo mucho que les importaba. Esto también es cierto para tu hijo o hija.
6. Pon límites. No necesitas ni deberías tolerar abusos físicos o verbales (como tampoco debería hacerlo tu hijo adulto). Tal vez sea necesario decir, ‘te amo. Estoy aquí si necesitas ayuda, pero no te permitiré hacer esto (gritar, maldecir, amenazar, etc). Los límites también podrían venir en forma de espacio, tú dándote espacio o diciéndole que debe irse. Siempre asegúrate de que estén a salvo y no en riesgo de suicidio o de lastimar a alguien más. Si están en riesgo, entonces será necesario internarlos en un lugar seguro (o si se niegan pero siguen en riesgo, llamar a una ambulancia o a la policía).
7. No tienes que hacerlo por tu cuenta. Asegúrate de tener ayuda. El antiguo refrán de emergencias aeronáuticas aplica: cuida de ti antes de atender a alguien más. No le puedes ayudar a nadie si estás abrumado. Hay otras familias dispuestas a ayudarte y hablar contigo. Encuentra un grupo de apoyo para padres de alguien con enfermedades mentales. La experiencia en esos grupos es invaluable, incluso podría salvar tu vida. Pregunta en tu clínica, a tu doctor o dentro de tu comunidad si hay recursos u organizaciones para esto.
Este camino puede ser difícil. Puede ser arduo. Pero mejora. No es tu culpa. Hay ayuda. Hay esperanza. Acércate a otros. Por favor.
Si quieres más información sobre la anosognosia, por favor mira este video que incluye una charla del Dr. Xavier Amador, experto en el área.
© Victoria Maxwell 2015
A version of this article originally appeared in English.