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Verificado por Psychology Today

Ansiedad

Rumiación, preocupación y el cerebro

La investigación indica un biomarcador potencial para la rumiación depresiva.

Los puntos clave

  • La rumia (un enfoque en eventos en el pasado) puede hacernos más susceptibles a la depresión.
  • Patrones de actividad en la red de modo predeterminado pueden servir como biomarcador de rumiación depresiva.
  • La esperanza es que investigaciones como esta ayuden a desarrollar nuevas estrategias para la depresión y más.
no name, CC BY-SA 4.0 via Wikimedia Commons
Rubbing a worry stone is supposed to alleviate worry
no name, CC BY-SA 4.0 via Wikimedia Commons

El cambio puede ser difícil de manejar, y cuanto más grande es el cambio, más difícil puede ser la lucha para adaptarse a ese cambio. Cuando miramos hacia atrás en lo que sucedió en el pasado, a menudo nos involucramos en lo que los psicólogos llaman pensamiento contrafactual. El pensamiento contrafactual ocurre cuando generamos alternativas a la realidad. Si imaginamos una alternativa a la realidad que es mejor que lo que realmente sucedió, estamos teniendo pensamiento contrafactual ascendente. El tipo opuesto de contrafactual, creando lo que se llama un contrafactual descendente, implica imaginar una realidad alternativa que es peor de lo que realmente sucedió (Epstude y Roese, 2008).

Todos usamos el pensamiento contrafactual de forma regular. Este tipo de cognición nos ayuda a regular nuestras emociones y nuestro comportamiento. Sin embargo, enfocar toda nuestra energía cognitiva en lo que podría haber sido no es particularmente útil. Centrarse de forma repetitiva y pasiva en eventos negativos en el pasado se conoce como rumiación (Smith y Alloy, 2009). Tendemos a rumiar cuando estamos tristes, o cuando nos preocupa que hayamos cometido un gran error, así como cuando en realidad podríamos estar deprimidos. Es la repetitividad de la rumia, la dificultad para apagarla, lo que puede generar problemas. Puede mantenernos atrapados en el pasado, mirando hacia atrás en lugar de hacia adelante, y puede hacernos más vulnerables a la depresión.

Pensar en la otra dirección, enfocarse en eventos en el futuro que podrían tener un resultado negativo pero que aún no han sucedido es preocupación. Los tiempos de incertidumbre, en general, pueden llevarnos a preocuparnos. Cuando las cosas son inciertas, en realidad hay más de qué preocuparse: finanzas, hipotecas, relaciones con los demás y nuestra salud, solo por nombrar algunos. A menudo nos preocupamos por lo que podría suceder a continuación para tratar de evitar consecuencias negativas o para tratar de obtener cierto control sobre los eventos por venir. Sin embargo, al igual que con la rumia constante, preocuparse sin fin, involucrarse en la preocupación sin poder apagarla, puede hacer que adaptarse a cualquier tipo de cambio sea más difícil.

Flagan T and Beer JS, CC BY 3.0 via Wikimedia Commons
A framework of cortical midline structures implicated in self-evaluation.
Flagan T and Beer JS, CC BY 3.0 via Wikimedia Commons

La investigación ha relacionado tanto la rumia como la preocupación con los cambios en la función cerebral, en particular, con los cambios en la función de esos lóbulos frontales tan importantes. Por ejemplo, Martin, Ressler, Binder y Nemeroff (2009) revisaron el trabajo realizado sobre los efectos de la ansiedad (con frecuencia un subproducto de la preocupación y la rumia) en los cambios en el equilibrio entre los centros emocionales en el cerebro (como el sistema límbico, en particular el hipocampo y la amígdala) y las regiones involucradas en la cognición superior como la corteza prefrontal (CPF), que regula las funciones ejecutivas como la planificación, la toma de decisiones y la predicción de las consecuencias de nuestros comportamientos, y la corteza orbitofrontal (COF), que regula las funciones ejecutivas como la planificación, la toma de decisiones y la predicción de las consecuencias de nuestros comportamientos, y la corteza orbitofrontal (COF), que regula las funciones cognitivas superiores, está involucrada en la memoria, el control de los impulsos y el estado de ánimo. Los fármacos que actúan como ansiolíticos y antidepresivos eficaces afectan a los neurotransmisores utilizados por estas regiones del cerebro a medida que reducen la ansiedad y la depresión.

En un estudio reciente centrado en la rumiación, Kim, et al., (2023) examinaron los efectos de la rumia en la red de modo predeterminado. Un enfoque de su investigación fue desarrollar una forma de predecir la rumia que podría conducir a la vulnerabilidad a la depresión. Utilizaron exploraciones de resonancia magnética funcional en estado de reposo (RMf-ER). En una exploración RMf-ER, se toman imágenes de la función cerebral cuando no estamos trabajando en ninguna tarea en particular, cuando estamos, como su nombre indica, simplemente descansando. Estas exploraciones brindan a los investigadores una visión de cómo las regiones cerebrales trabajan juntas en redes cuando no estamos tratando activamente de resolver problemas y pueden resaltar las diferencias individuales en el funcionamiento espontáneo del cerebro entre individuos (ver Lee, Smyser y Shimony, 2013, para una revisión).

En el estudio de Kim, et al. a los participantes se les dio la Escala de Respuesta Rumiante para evaluar cuánto y con qué frecuencia los participantes participaban en la rumiación repetitiva y persistente, junto con una variedad de medidas de papel y lápiz de depresión y ansiedad. Durante la exploración RMf-ER, se pidió a los participantes que miraran fijamente un punto de fijación mientras estaban en el escáner y que dejaran que sus pensamientos fluyeran naturalmente.

Graner et al.,(2013), CC BY-SA 4.0 via Wikimedia Commons
This image shows the activity in the default mode network during hypnosis
Graner et al.,(2013), CC BY-SA 4.0 via Wikimedia Commons

Sus resultados mostraron que la activación de la red en modo predeterminado estaba vinculada a la rumiación. Una ventaja de usar escáneres RMf-ER es que los investigadores podrían crear lesiones "virtuales" en el cerebro, eliminando matemáticamente partes del sistema activadas durante el escaneo para ver cómo esa eliminación afectaba el patrón de actividad relacionado con la rumiación. Los investigadores pudieron identificar patrones en la activación de la red de modo predeterminado que predijeron tanto la rumia como la depresión. Un total de 21 regiones cerebrales se relacionaron con la rumiación depresiva, incluida la CPF dorsomedial, el lóbulo temporal inferior y el cerebelo.

La esperanza es que investigaciones como esta permitan comprender mejor cómo el cerebro y las redes de regiones interconectadas dentro de él pueden aumentar o disminuir la rumiación y, finalmente, ayudar a los médicos a desarrollar nuevas estrategias para tratar la depresión y la ansiedad.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Barbara Blatchley Ph.D.

La Dra. Barbara Blatchley, es profesora en Psicología y Neurociencia en la a professor of Agnes Scott College en Decatur, Georgia. Su investigación se enfoca ampliamente en los procesos del sistema sensorial del desarrollo y la percepción.

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