Personas altamente sensibles
Qué significa cuando alguien te dice que eres demasiado sensible
Y por qué duele tanto.
14 de septiembre de 2020 Revisado por Jessica Schrader
En retrospectiva, me doy cuenta de que estaba reaccionando al tono de mi amiga más que a sus palabras. Pero en este momento, todo lo que sabía era que me sentía herida y necesitaba alejarme y pensar. ¿Tenía razón en sentirme mal o estaba exagerando? Me estaba regañando pero lo que dijo no estaba mal ni era particularmente cruel, entonces, ¿por qué estaba tan enojada? Después de unos minutos, mi amiga salió a donde yo me estaba lamentando. “Ay, ya” me dijo, sin ocultar su exasperación, “no seas rara”.
Pum, ahí estaba, una versión astutamente camuflajeada de una acusación que he escuchado y odiado toda mi vida: “eres demasiado sensible”.
Por mucho tiempo he creído que “eres demasiado sensible” es lo que las personas dicen cuando dicen o hacen algo grosero y te quieren hacer creer que no lo hicieron. Lo considero una forma de manipulación. Aún así, cuando escuchas algo las suficientes veces, eventualmente considerarás la posibilidad de que sea cierto.
No estoy hablando de ser una persona altamente sensible (PAS) como la describe Elaine Aron: PAS es más un problema sensorial holístico. No, yo estoy hablando de personas como yo, cuyos sentimientos pueden ser lastimados por comentarios bruscos; personas que no tomamos bien las bromas o que podríamos ser descritas como de piel delgada.
No sé si hay una conexión entre la introversión y ese tipo de sensibilidad, pero puedo ver cómo sería posible. Primero, los introvertidos tenemos la desafortunada tendencia a engancharnos, lo que puede convertir un insulto en una infección. No solemos pensar en respuestas rápidas, lo que podría ayudarnos a convertir las bromas en una conversación inofensiva. Solemos necesitar tiempo para procesar nuestros pensamientos cuando algo nos parece mal, lo que otras personas consideran como enfurruñarse.
Pero aún así, ¿es justo considerar todo esto como demasiado sensible? ¿Qué es demasiado sensible a fin de cuentas? ¿En realidad soy una persona rara sumamente sensible o solo soy...sensible? Y, ¿en realidad es tan malo, o es solo algo que pasa? ¿Debería ser más ruda? ¿Es posible hacerme más ruda? O ¿tuve razón todo el tiempo creyendo que mi sensibilidad es mi protección contra las personas que no quieren lo mejor para mí?
Le pedí su opinión a tres terapeutas
Charles Gaby, un terapeuta en Dallas, Texas, me habló sobre las La teoría del afecto de Tomkin (emociones que tenemos de origen), y los guiones emocionales que hemos escrito a su alrededor. “Las personas tienen diferentes guiones acerca de sus emociones, dependiendo de cómo fueron entrenadas socialmente para expresar sus sentimientos”. Si, por ejemplo, a un niño le enseñaron que los niños grandes no lloran, “eso tiene el guion de: no debo expresar mi angustia”. ¿Y si su esposa está llorando? “Tiendo a percibirla como demasiado sensible, pero ¿en realidad es demasiado sensible o solo es más capaz de tolerar la angustia?”
Gaby dice que, a veces, todo el mundo puede ser excesivamente sensible a “ciertas cosas, ciertas críticas, ciertos temores, con base en lo que experimentaron en el pasado. Cuando experimentamos algo que detona esos antiguos miedos, tenemos una tendencia a ahogarnos emocionalmente, y lo que podría haber sido una respuesta emocional momentánea puede convertirse en una respuesta emocional mucho más larga. Cuando alguien me dice que estoy siendo demasiado sensible, me da la retroalimentación de que mi reacción es mucho mayor a lo que amerita el momento”.
Pero, notemos que Gaby dice que la reacción es más grande de lo que el momento amerita. Distinguir entre el sentimiento y la reacción es importante según el terapeuta neoyorquino Ken Page, quien dice que toda su vida ha escuchado que es demasiado sensible y se molesta con la acusación: “las personas tienen que ganarse el derecho a decirme eso alguna vez”, acota.
Page, el autor de Citas más profundas: Cómo dejar el juego de la seducción y descubrir el poder de la intimidad, dice que sin importar lo que te digan los demás, tus sentimientos no son el problema. “Siempre es inteligente creer que lo que sientes tiene absoluta validez porque casi siempre la tiene, a menos de que estés en un episodio psicótico”; dice Page. “Si no soy capaz de honrar mis propios sentimientos, entonces soy sadomasoquista o me detesto, o soy una olla de presión que eventualmente explotará. Si puedo decir: ‘sí, esto pasó en verdad’, entonces puedo respirar con alivio”.
Así que, honra tus sentimientos sin preocuparte por ser excesivamente sensible o loco, Page dice que: “si estás sintiendo que algo está mal, probablemente tienes razón”.
Y, considera esto: cualquier problema que te ponga particularmente sensible probablemente es lo que Page llama un “regalo esencial”: algo acerca de ti que es sumamente valioso y central a quién eres tú. Incluso podría ser tu sensibilidad. Después de todo, ¿qué tiene de malo ser tan sensible?
En su entrenamiento profesional, Carol Lennox, una terapeuta en Austin, Texas, aprendió a usar su sensibilidad para bien. “Los terapeutas Gestalt hacemos esto: estamos muy sintonizados con nuestros cuerpos cuando trabajamos con un cliente”, me dijo. “Podría decirles, ‘te ves muy tranquilo, pero siento algo de miedo y enojo y me pregunto si tú también lo sientes”.
Lennox ha obtenido suficiente control sobre su sensibilidad como para endurecerse ante las burlas casuales de otros. Y señala que a veces reaccionamos excesivamente ante cosas que las personas dicen, no porque ellos nos perciban de una manera hiriente, sino porque nosotros nos percibimos de esa manera. “Si alguien dice algo sobre ti que sabes que es absolutamente falso, ni siquiera te pondrás a la defensiva, probablemente solo te rías”, dice. “Pero, si dicen algo que sientes que es verdad, entonces te enojarás y sentirás lastimado”. Así que, si te descubres levantando tus defensas, pregúntate, “¿qué de lo que dicen creo que es verdad acerca de mí?”
No es de sorprender que los terapeutas estén de acuerdo con que manejar tu sensibilidad requiere una evaluación de tu pasado, de entender tus guiones emocionales y de nombrar las emociones detrás de tus reacciones. Todo eso es parte de evolucionar para convertirte en un ser humano maduro y autoactualizado.
Al mismo tiempo, considera esto: tal vez sí eres “demasiado sensible”. Tal vez sí reaccionas exageradamente algunas veces. Pero las personas que te aman aceptan esto, lo honran tanto como pueden y te dan espacio para que sientas lo que sientes y lo resuelvas, contigo o por tu cuenta, conforme sea necesario. Si alguien te ignora o avergüenza por tus reacciones, esa persona podría ser capaz de manipularte y engañarte.
“Esas son las personas que no quieres cerca de ti”, concluye Page.
Sucede que lo que mi amiga me dijo no era realmente el problema. A lo que reaccioné fue a la emoción detrás de sus palabras: impaciencia y enojo. Aunque no lo supe en ese momento, su tono displicente traía las primeras notas del final de nuestra relación. Y el “no seas rara” fue la sinfonía completa.
Esta mujer ya no me habla.
Así que, así lo veo ahora: yo no era para nada excesivamente sensible. Era perceptiva.
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A version of this article originally appeared in English.