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Verificado por Psychology Today

Enojo

Por qué hay personas que parecen no tener sentimientos

Nos desconectamos de nuestros sentimientos cuando son demasiado peligrosos.

La mayoría de los terapeutas como Sara están sintonizados con el enojo y la desesperación, con los sentimientos de tristeza y odio detrás de la fachada de un joven, con los sentimientos que impulsan los comportamientos de alguien. Los terapeutas escuchan los sentimientos de los demás todo el tiempo; hacen preguntas, indagan, esperan encontrar los sentimientos más vívidos que impulsan un comportamiento vívido. Pero, ¿y si parece que una persona no siente nada? ¿Que está completamente desprovista de sentimientos? ¿Entonces qué?

“Solo me mira con los ojos vacíos", me dijo en nuestra junta de supervisión, "puedo ver que es inteligente, que entiende todo y responde a todas mis preguntas ¡pero no parece estar sintiendo nada!"

Le pregunto por qué enviaron a Mateo, de 14 años, a terapia en primer lugar.

Explica que sus maestros habían observado que se había vuelto cada vez más retraído. Sugirieron que fuera a terapia y Mateo aceptó reunirse con Sara. "Le he preguntado sobre cada aspecto de su vida", añade. "Estoy indagando en sus sentimientos todo el tiempo, pero, hasta ahora, no he logrado nada. No parece sentir nada.

Está desesperada por ayudar, se preocupa por Mateo como se preocupa por todos los jóvenes que atiende, conmovida por su sufrimiento y llena de empatía por sus situaciones. Así que me mira como diciendo: "¿Qué se supone que haga ahora?"

"A veces, la gente se desconecta de sus sentimientos o aparenta no tenerlos por una buena razón", le respondo. "Han aprendido a hacerlo para sobrevivir. Algunas personas, y esto podría incluir a Mateo, han aprendido a hacerlo tan bien que se vuelve un hábito, dando como resultado que, mucho después de haber superado cualquier tipo de peligro, siguen ocultando sus sentimientos. Se vuelve una forma de vida. Tienes que recordar que para algunas personas, los sentimientos han sido peligrosos de alguna manera. Para ocultarse de sus enemigos, los niños tienen que estar callados o arriesgarse a ser descubiertos."

Le cuento de un refugiado con el que trabajé una vez. Vino a verme en busca de terapia porque tenía dolores misteriosos de pecho, había sido examinado por un doctor que no pudo encontrar ninguna explicación fisiológica para el dolor. El niño y yo hablamos sobre sus experiencias tempranas cuando escapó de su país, ocultándose en el bosque con otros refugiados durante el invierno, congelados y desesperados por evitar que los capturaran.

Dijo que se sentía adormecido, indicando que su adormecimiento ocurría del cuello hacia abajo. "No podía hablar o la gente con la que estaba me golpeaba porque los soldados me oirían y seríamos descubiertos".

En varios puntos de la historia, le pregunté qué había sentido, qué había estado sintiendo en ese momento. Se encogía de hombros y me miraba como si estuviera algo enojado, nunca respondía mis preguntas, solo regresaba a narrar las circunstancias prácticas de la historia. Antes de que pasara mucho tiempo, me di cuenta de que no podía responder a ninguna de mis preguntas sobre sus sentimientos porque no tenía vocabulario para ellos. Al crecer en un país destruido por la guerra, nunca había aprendido ninguna palabra para expresarlos. Se había adormecido no solo físicamente, sino también lingüística y emocionalmente. Supuse que este dolor físico en el pecho era una expresión psicosomática del dolor emocional que lo aplastaba, que había sido rechazado y encerrado dentro de su pecho, sin haber sido procesado. Doliendo.

Me fui e hice una larga lista de adjetivos sobre sentimientos en un pedazo de cartón con una traducción a su lenguaje materno junto a cada uno. Después de eso, cuando le hacía una pregunta sobre sus sentimientos, le mostraba el cartón y le pedía que señalara hacia la palabra que mejor describiera lo que estaba sintiendo en su pecho, en sus brazos, en su estómago o en sus piernas. Al principio ni siquiera entendía algunos de los adjetivos en la lista, así que yo representaba su significado, lo que usualmente le parecía muy gracioso, mis expresiones faciales y contorsiones corporales evidentemente no significaban nada para él.

Seguimos hablando, intentando descongelar el adormecimiento poco a poco, intentando devolverle los sentimientos a su cuerpo físico y a su corazón emocional. Pero fue un trabajo lento, muy lento.

En conclusión, le dije a Grace. "Atreverse a tener sentimientos de nuevo toma tiempo. Como sabes, la gente solamente habla cuando se siente segura. Lo bueno de Mateo es que sigue acudiendo a verte, lo que podría significar que sabe que algo no está bien, aunque no pueda explicar qué es. Tienes un largo camino por recorrer, Sara."

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Nick Luxmoore

Nick Luxmoore es consejero en King Alfred's College, en el Reino Unido.

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