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Verificado por Psychology Today

La ética y la moralidad

Por qué algunas personas son malvadas

El mal ocurre cuando las personas no sienten empatía.

Justo después de que amaneciera el 7 de julio de 2008, Hans Reiser lideró a la policía y abogados a la tumba recién cavada de Nina. Reiser estaba a punto de ser acusado de estrangular a su esposa hasta la muerte cuando acordó declararse culpable de asesinato y revelar dónde había dejado el cuerpo de Nina. A cambio, evitaría la pena de muerte. Reiser era un empresario moderadamente rico que entró a la universidad a los 15. ¿Por qué no fue lo suficientemente listo como para simplemente divorciarse?

Me familiaricé con el caso de Reiser porque había escrito una apelación de cuatro páginas a mano en su celda en San Quentin solicitando un nuevo juicio. Citó mi investigación como un racional sobre por qué su convicción debía eliminarse. En experimentos realizados durante la década pasada he demostrado que una molécula antigua en el cerebro humano, la oxitocina, nos hace sentir empatía por otros y nos hace comportarnos de maneras morales. Yo le llamo a la oxitocina la “molécula moral”.

Pero esta es la cosa: Reiser no solicitó una apelación por creer que le faltara oxitocina y no era responsable por sus acciones. Dijo que su abogado carecía de oxitocina y estaba deficiente de empatía y por eso no lo representó apropiadamente en la corte. La carencia absoluta de entendimiento por parte de Reiser es sorprendente. Un diagnóstico de su patología.

Entonces, ¿cómo pasan los humanos de ser buenos a ser malos? Mis experimentos han mostrado que el 95 por ciento de las miles de personas que he estudiado liberan oxitocina cuando reciben un indicador social positivo. Los liberadores de oxitocina incluyen tener a alguien que confía en ellos con su dinero, ser tocados e incluso ver una película emotiva. Cinco por ciento de aquellos que he evaluado no liberan oxitocina después de esos estímulos. Estos individuos tienen muchos rasgos de psicópatas: son encantadores, engañosos e incluso se engañan a sí mismos. Y, cuando hay dinero que puede compartirse con los demás, se lo quedan sin sentirse avergonzados. Como recordarás, la avaricia es uno de los siete pecados capitales.

Conocer la química de la moralidad nos da una comprensión profunda sobre por qué la mayoría de nosotros somos buenos la mayor parte del tiempo, y por qué algunas personas como Hans Reiser son malas. Empecemos con la maldad. Los roedores que carecen genéticamente de oxitocina se comportan como psicópatas, hacen lo que sea que quieran sin preocuparse por la seguridad o el bienestar de los demás. Son solitarios en modo permanente de supervivencia. Estos comportamientos también ocurren para muchas víctimas de abuso infantil; el circuito de oxitocina en el cerebro necesita desarrollarse adecuadamente. Las víctimas de abuso que he estudiado también están en modo de supervivencia permanentemente y tienen comportamientos sociales dañados.

Y luego está el mal mezquino. Un alto estrés inhibe la liberación de oxitocina y nos hace psicópatas temporales. Sabemos que no somos la mejor versión de nosotros mismos cuando estamos estresados. El estrés limita el enfoque propio a uno mismo y dejamos de ser socialmente competentes. Las acciones que llamamos “virtuosas” o “morales” son aquellas en las que ponemos las necesidades de alguien más a la par o por encima de nuestra propia: honestidad, fiabilidad, compasión y justicia. La oxitocina hace esto al cambiar sutilmente el balance de yo-otros hacia preocuparse por el bienestar de alguien más. Mis experimentos han demostrado esto midiendo la liberación de oxitocina en la sangre después de un acto de amabilidad manipulando los niveles de oxitocina en los cerebros humanos para demostrar que la oxitocina es causa directa de comportamientos virtuosos. Sí, hay una molécula de la moralidad.

Pero, últimamente me he preocupado últimamente de que los experimentos de laboratorio controlados cuidadosamente que he hecho podrían no aplicar a las experiencias diarias de las personas, así que llevé mi laboratorio a las calles. Hemos estudiado las muchas maneras en las que los humanos conectan y cooperan voluntariamente entre sí. Los experimentos con soldados en la marcha, un equipo de rugby calentando antes de un partido y las personas rezando en una iglesia mostraron que estas actividades causan que el cerebro libere oxitocina. Una elevación en la oxitocina produce un sentimiento de cercanía y voluntad de ayudar a otros.

Mis experimentos de campo me han llevado a algunas de las secciones más lejanas de la Tierra. Recientemente viajé a las tierras altas de Papúa Nueva Guinea para estudiar a los agricultores de subsistencia aislados en la selva. Estas personas viven de maneras muy similares a como lo hacían hace milenios. Les saqué sangre antes y después de un baile ritual y encontré que causaba la liberación de oxitocina en la mayoría de los hombres que evalué. La molécula moral parece ser universal en los humanos.

He encontrado que el deseo humano de conectar no solamente con amigos y familiares sino también con completos extraños es lo que nos hace morales. Es nuestra naturaleza social, nuestra necesidad de estar con otros, lo que nos hace buenos la mayor parte del tiempo. La oxitocina nos hace sentir lo que sienten los demás y esto no solamente nos motiva a evitar hacer cosas que lastiman a otros, sino que además nos hace sentir placer cuando le traemos alegría a los demás. ¡Evolución tramposa! Las criaturas gregariamente sociales como nosotros necesitan tener un gobernador interno que sostenga nuestro lugar en el grupo social. Ser excluido del propio grupo es tan maladaptativo para los humanos como lo es para los lobos. Comportarse moralmente, ser amables con los demás cuando son amables con nosotros, nos mantiene cubiertos en la calidez y protección de nuestra manada.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Paul J. Zak

El Dr. Paul J. Zak, es profesor en la Universidad Doctoral de Claremont y autor de Trust Factor: The Science of Creating High-Performance Companies.

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