Hiperlexia: ¿lectura precoz o trastorno de lectura?

El término hiperlexia apareció por primera vez en la literatura en un artículo de 1967 que describía niños pequeños con habilidades de lectura que excedían sus habilidades de comprensión del lenguaje (Silberberg y Silberberg, 1967). Las opiniones iniciales sobre la hiperlexia proponían que las habilidades de reconocimiento de palabras estaban separadas del funcionamiento verbal del niño.

Si bien la hiperlexia no es un término de diagnóstico, puede usarse para describir a niños con comportamientos de lectura inusuales. El problema surge al definir el umbral entre el desarrollo típico de la lectura y la hiperlexia. Los investigadores no están de acuerdo sobre las definiciones de hiperlexia, como el debate sobre cuánto más avanzada debe ser la habilidad de lectura en comparación con la de sus compañeros y si la lectura avanzada debe combinarse con discapacidades del desarrollo (Zhang y Joshi, 2019). La falta de consenso sobre una definición dificulta la investigación de la hiperlexia para los científicos en psicología, educación y desarrollo.

Se puede considerar la hiperlexia como lo contrario de otro trastorno de la lectura llamado dislexia. La comprensión lectora se entiende como una actividad compleja que requiere tanto habilidades de decodificación como de comprensión auditiva adecuadas. Las habilidades de decodificación y comprensión auditiva de un niño trabajan juntas para apoyar su comprensión lectora. Esto se conoce como la visión simple de la lectura (Hoover y Gough, 1990). La visión simple de la lectura se entiende mejor mediante la ecuación: Decodificación x Comprensión auditiva = Comprensión lectora.

Los niños con hiperlexia tienen excelentes habilidades de decodificación y una mala comprensión auditiva, lo que resulta en una baja comprensión lectora. Los niños con dislexia tienen habilidades de decodificación deficientes con una comprensión auditiva promedio o superior al promedio, y su perfil también resulta en una baja comprensión lectora. Los estudios de investigación en su conjunto respaldan el perfil hiperléxico como niño con buena capacidad de decodificación y mala comprensión auditiva y lectora (Zhang y Joshi, 2019). Por tanto, los niños con hiperlexia tienen problemas de comprensión lectora, un tipo de trastorno específico del aprendizaje que se beneficia de la intervención y la adaptación.

Los perfiles hiperléxicos se pueden dividir en tres tipos principales (Treffert, 2011):

Hiperlexia I: Niños neurotípicos que se describen mejor como lectores precoces. Muchos de estos niños pueden tener acceso temprano a materiales de lectura. Algunos investigadores sostienen que la lectura precoz no debe considerarse hiperlexia (Ostrolenk et al., 2017), y la mayoría coincide en que no se necesita ninguna intervención para los niños neurotípicos con habilidades de lectura avanzadas.

Hiperlexia II: La hiperlexia II está asociada con el trastorno del espectro autista. Muchas personas autistas tienen un perfil cognitivo desarrollado de manera desigual y algunas tienen lo que se llama una habilidad fragmentada (Treffert, 2014): una habilidad o interés que es inusualmente alto en comparación con otras habilidades de una persona. Se ha estimado que entre un 6% y un 20% de los niños autistas también padecen hiperlexia (Ostrolenk et al., 2017).

Hiperlexia III: Estos niños tienen hiperlexia junto con algunas características del autismo, aunque su perfil de comunicación social puede no coincidir con los criterios de diagnóstico del autismo. Pueden ser sensibles a la información sensorial, hacerse eco del lenguaje y tener dificultades con los cambios en la rutina. Sin embargo, también exhiben habilidades de comunicación social típicas o casi típicas. A menudo, estos rasgos autistas desaparecen con la edad.

Una evaluación típica de la hiperlexia generalmente comenzará con una medida amplia de inteligencia o desarrollo. Las pruebas de lenguaje, ya sea realizadas por un logopeda o un psicólogo, también son cruciales. También se evalúa la lectura de palabras y la comprensión lectora. Finalmente, debido a la fuerte superposición entre hiperlexia y autismo, se deben administrar herramientas de evaluación específicas del autismo. Estos pueden incluir un historial completo del desarrollo, pruebas directas, revisión de registros, encuestas a los padres e inventarios de rasgos autistas. Las recomendaciones de intervención típicas incluyen terapia del habla y del lenguaje.