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Verificado por Psychology Today

Laura Markham Ph.D.
Laura Markham Ph.D.
Miedo

10 Pasos para que tu hijo deje de golpear a otros niños

Cómo comunicarte con tu hijo y prevenir sus ataques.

"Por extraño que parezca, los niños que golpean son niños que tienen miedo. Los temores que causan problemas para un niño que golpea generalmente tienen sus raíces en alguna experiencia aterradora anterior en su vida, a pesar de que puede no parecer asustado en absoluto. Para manejar su miedo, el niño asustado desarrolla un comportamiento agresivo que brota cada vez que se siente tenso. En lugar de llorar o decir que se siente asustado cuando se activan sus miedos, se cierra , no puede pedir ayuda y arremete". Patty Wipfler

La mayoría de nosotros nos sentimos mortificados cuando nuestro hijo golpea a otro niño. Podemos saber intelectualmente que está arremetiendo porque está abrumado o asustado, pero todavía sentimos que es una emergencia. Su agresión desencadena nuestra respuesta de "lucha o huida" y de repente nuestro propio hijo se convierte en el enemigo. Sentimos una necesidad urgente de tomar medidas. De castigarlo.

Pero castigar a un niño que golpea no detiene los golpes. Simplemente aumenta el miedo del niño, haciendo que sea más probable que golpee en el futuro. Para detener los golpes de una vez por todas, tienes que hacer frente a los sentimientos que están impulsando los golpes. He aquí cómo.

1. EVITAR los golpes si es posible. Puedes pensar que no puede verlo venir, pero si tu hijo a menudo golpea en situaciones sociales, puedes predecir que golpear es probable en cualquier situación social, hasta que hagas alguna intervención. La mejor prevención es el mantenimiento preventivo normal que todos los niños merecen: la empatía como tu respuesta a todo lo que tu hijo expresa, los juegos rudos, pasar tiempo diario uno a uno con cada niño, rutinas para ayudarle a tu hijo a sentirse seguro y colapsos programados. El mantenimiento preventivo mantiene a tu hijo en buena forma emocionalmente, por lo que es menos probable que golpee o termine en el carril de los colapsos.

Pero, ¿cómo evitar los golpes en una situación con otros niños? Mantente muy cerca, para que tu hijo se sienta más conectado contigo. De esa manera, pase lo que pase, sentirá que puede manejarlo, porque tiene respaldo, por lo que es menos probable que arremeta. También eres más capaz de controlar su estado de ánimo. Si notas que se pone tenso, muévete cerca físicamente, entre él y el otro niño. Tu presencia puede calmarlo, o puede aumentar su malestar, en cuyo caso puedes respirar profundamente, alejarlo ligeramente de los otros niños y saltar al Paso 7. ¿Las buenas noticias? Estás ayudando a tu hijo con los sentimientos que estaban impulsando que golpeara, e ¡incluso nadie más tuvo que salir herido!

2. Si tu hijo golpea, respira. Recuérdate a ti mismo: está golpeando porque tiene miedo. Puedo manejar esto. Necesita mi compasión ahora. Ponte entre ellos para evitar más violencia. Modela la autorregulación bajando conscientemente tu voz, respirando profundamente y exhalando tu tensión.

3. Sé modelo de cuidado y reparación. Con suerte, hay otro adulto presente para cuidar al niño que fue golpeado. Si no, tendrás que abrazar y consolar a ese niño. Esto también te da un minuto para calmarte antes de interactuar con tu propio hijo, por lo que no estarás furioso con él.

Cuando el niño herido se haya calmado, coloca tu brazo alrededor de tu niño y ponlo frente al otro niño. Dile al otro niño "lamentamos mucho que Quique (o el nombre de tu hijo) te haya golpeado. Estaba molesto y se olvidó de usar palabras. Esperamos que te sientas mejor ahora".

4. Evitar la culpa. Puedes ayudar a tu hijo a desarrollar empatía señalando el efecto de su golpe en el otro niño: "Ay, Samantha está herida...¡golpear duele!" Pero hacer que tu hijo se sienta como una mala persona será contraproducente: "Mamá dice que lo que hice fue malo...pero no pude detenerme...Debo ser malo....¿y si ella deja de amarme porque soy tan malo?" Este miedo es lo que causa esa mirada en blanco que vemos tan a menudo después de que un niño es agresivo. El discurso sobre lo que ha hecho mal lo asusta y lo pone a la defensiva. Así que se nos queda viendo fijamente, endureciendo su corazón.

Velo desde la perspectiva de tu hijo. Tu hijo es una persona pequeña que se siente fácilmente abrumada en este gran mundo. Está excesivamente estimulado y desconectado de ti y se siente solo y aterrorizado. O bien, tiene algún miedo encerrado por una experiencia pasada, y en esta nueva situación, simplemente no puede manejar toda su ansiedad, por lo que sus temores pasados comienzan a burbujear. No puede soportar esos sentimientos. Entonces él arremete. Si puedes recordar todo esto, sentirás más simpatía por él. Necesita esa simpatía, porque tu hijo no suavizará su corazón a menos que tú suavices el tuyo.

5. Retira a tu hijo. Da 10 respiraciones profundas adicionales. Dile a tu hijo "los golpes duelen ... fuiste muy brusco con los otros niños...necesitamos algo de tiempo a solas para calmarnos". No seas malo al respecto, sé amable y comprensivo. No estás castigando, estás tomando medidas preventivas. Hasta que ayudes a tu hijo con sus sentimientos, es casi seguro que seguirá golpeando. Así que sácalo de la situación para darle la oportunidad de llorar, o reír (donde ambos le ayudan a atravesar el miedo). Una vez que lo ayudes a sentirse lo suficientemente seguro como para tolerar y sentir esas lágrimas y miedos, se evaporarán y los golpes se detendrán.

6. Resiste el impulso de darle un sermón. ¿No deberías decirle a tu hijo que golpear no está bien? ¡Claro que sí! ¿Pero no lo sabe ya? Simplemente no pudo detenerse a sí mismo. Lo que es importante en este momento es ayudarlo a procesar sus sentimientos, para que pueda actuar de la manera que sabe que debería. Y no saldrán a la superficie esos sentimientos a menos que se sienta seguro. Decirle lo que hizo mal no lo ayuda a sentirse seguro. Más tarde, le enseñarás. Primero, dirígete a los sentimientos: "Debes haber estado tan molesto al golpear a Samantha....Siento no haber estado aquí para ayudar....Estoy aquí... estás a salvo..."

7. Dale la bienvenida a la crisis. Si tiene un colapso porque lo sacaste de la situación de juego, recuérdate a ti mismo que te está mostrando todo el abrumamiento que lo llevó a golpear, y lo está sacando de su sistema. Eso es algo bueno. Solo respira. Cuantas más lágrimas, más sentimientos está descargando, y mejor se sentirá después. Ofrece tu calidez más que tus palabras. Habla solo lo suficiente para mantenerte conectado y ayudarlo a sentirse seguro. No empieces a analizar sus sentimientos. Solo mantente compasivo para que pueda llorar.

8. ¿Y si no llora? Suaviza tu propio corazón. Empatiza con lo difícil que es para ella: "Golpeas a Samantha...estabas tan molesta...Yo no estaba allí...estabas preocupada...Eso fue muy difícil para ti, ¿verdad?..." Si todavía no llora, dejarla volver a la situación de juego es arriesgado, porque es probable que todavía golpee. Continúa con la enseñanza, pero ten en cuenta que tendrás que hacerla reír antes de volver con los otros niños, o es probable que haya más golpes.

9. Una vez que tanto tú como tu hijo estén tranquilos, enseña. Esto no significa dar sermones. Piensa en esto como invitar a tu hijo a reflexionar sobre las mejores maneras de manejar esos sentimientos, que incluso podría recordar la próxima vez que se enoje en el patio de recreo. Hazlo con un toque ligero y un sentido del humor. Es posible que incluso tengas que esperar unas horas para tener esta conversación, hasta que puedas hacerlo con calma. Di "¿recuerdas en el parque hoy cuando golpeaste a ese niño pequeño? ¿Recuerdas lo molesto que estaba? Eso le hizo daño. ¡Ay! ¿Qué pasó?"

Escúchalo y reflexiona: "¿Estabas enojado con él?...La caja de arena estaba demasiado llena...Cuéntame más..."

Entonces ayúdalo a explorar alternativas: "la próxima vez, cuando te enojes, ¿qué más podrías hacer en lugar de lastimar a la otra persona?" Deja que él responda. Si necesita ayuda pensando en alternativas, ofrece algunas: "¿Podrías llamarme? ¿Podrías alejarte? ¿Podrías golpear el piso con tu pie?"

Luego pídele que practique estas respuestas, para que tenga memoria muscular de ellas: "OK, practiquemos. Este animal de peluche intenta agarrar tu camión. ¿Ves? Estás tan enojado y quieres golpearlo. ¡Pero recuerda que hay otras cosas que puedes hacer! Entonces me llamas, ¿de acuerdo? Estoy aquí hablando con otra mamá. Llámame fuerte — ¡MAMÁ!! — y yo vendré. Llámame ahora mismo."

10. Observa tus propios sentimientos. También tienes grandes sentimientos sobre esto, especialmente si tu hijo está golpeando con regularidad. Detrás de tu ira probablemente haya miedo. Temes que algo esté mal con tu hijo, o que seas un mal padre, o que él será un asesino con un hacha. Ninguna de estas cosas es cierta. Pero debes dejar que ese miedo venga y lo sientas, para que esté expuesto a la luz del día. Luego se marchitará y evaporará, y estarás en mejores condiciones para ayudar a tu hijo.

Cuando tenemos miedo, nuestros hijos lo sienten y se ponen más tensos. Esa ansiedad en realidad hace que sea más probable que arremetan. Así que no estás causando que tu hijo golpee, o sus grandes sentimientos. Pero cuando puedes controlar tu miedo y mantenerte compasivo, tu hijo se siente lo suficientemente seguro como para trabajar a través de su propio miedo.

Y cuando no hay más miedo, no hay más golpes. ¿No es ese el futuro que todos queremos crear?

A version of this article originally appeared in English.

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