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Verificado por Psychology Today

Formación de hábitos

Reconecta tus hábitos, reconecta tu vida

Comprendiendo el hábito de formación de hábitos.

Source: fizkes/Shutterstock
Source: fizkes/Shutterstock

Todos tenemos hábitos, esos comportamientos automáticos en los que apenas pensamos todavía que dan forma a casi todas las partes de nuestras vidas. Desde tu rutina matutina de café hasta la forma en que reaccionas al estrés, los hábitos son fuerzas poderosas. Pero, ¿qué pasaría si pudieras aprovechar ese poder y usarlo para transformar tu vida para mejor? La ciencia demuestra que somos capaces no solo de formar hábitos nuevos y positivos, sino también de romper con los malos.

¿Qué son los hábitos?

Los hábitos son comportamientos que se repiten regularmente y tienden a ocurrir automáticamente, sin pensamiento consciente. Según la investigación, los hábitos se forman a través de un proceso de tres pasos conocido como ciclo de hábitos, que involucra una señal, una rutina y una recompensa (Duhigg, 2012). La señal es un desencadenante que inicia el hábito, la rutina es el comportamiento en sí mismo y la recompensa es el resultado positivo que refuerza el comportamiento.

Por ejemplo, si anhelas una sensación de alerta por la mañana (señal), podrías tomar una taza de café (rutina) y sentirte más despierto (recompensa). Con el tiempo, tu cerebro asocia la señal con la recompensa y el comportamiento se vuelve automático. Es por eso que los hábitos pueden sentirse tan arraigados: están programados en el cerebro.

La ciencia de la formación de hábitos

El proceso de formación de hábitos tiene sus raíces en la neurociencia, y los ganglios basales desempeñan un papel fundamental. Esta región del cerebro, responsable del aprendizaje y el control motor, es parte integral del desarrollo de comportamientos automáticos. A medida que los hábitos se repiten con el tiempo, los ganglios basales se vuelven cada vez más activos, fortaleciendo las vías neuronales y haciendo que estas acciones se sientan automáticas (Yin y Knowlton, 2006). Esta eficiencia le permite al cerebro conservar el esfuerzo cognitivo, pero también hace que los hábitos arraigados, como morderse las uñas o buscar comida chatarra cuando estás estresado, sean difíciles de romper.

Sin embargo, la adaptabilidad del cerebro, conocida como neuroplasticidad, brinda esperanzas de cambio. La neuroplasticidad se refiere a la capacidad del cerebro para reorganizarse formando nuevas conexiones neuronales en respuesta al aprendizaje y los cambios de comportamiento. Esto significa que, si bien los hábitos pueden sentirse programados, pueden reconfigurarse con un esfuerzo y repetición constantes. La investigación muestra que se necesita un promedio de 66 días para formar un nuevo hábito, aunque este período de tiempo puede variar según la complejidad del comportamiento (Lally et al., 2010). Así como la acción repetida solidifica los malos hábitos, el mismo principio se aplica a la formación de hábitos positivos.

Rompiendo malos hábitos

Los malos hábitos pueden sentirse como un ancla que te impide alcanzar el éxito. Ya sea postergando, comiendo bocadillos o desplazándose sin pensar por las redes sociales, estos comportamientos a menudo brindan placer a corto plazo, pero pueden provocar daños a largo plazo. El primer paso para romper un mal hábito es reconocer el ciclo de señales, rutinas y recompensas que lo sustenta.

Por ejemplo, tiendes a picar comida chatarra mientras miras televisión por la noche. La señal puede ser el aburrimiento o estrés, la rutina es buscar bocadillos poco saludables y la recompensa es un breve momento de satisfacción. Para romper este hábito, necesitas interrumpir el ciclo. Una estrategia es la sustitución, en la que reemplazas el comportamiento negativo por uno positivo. En lugar de comer bocadillos, puedes dar un paseo corto, estirarte o beber un vaso de agua.

Otro aspecto importante para romper los malos hábitos es la atención plena. Muchos hábitos se realizan inconscientemente, por lo que aumentar la conciencia de tus acciones puede ayudarte a interrumpir los comportamientos automáticos. Al hacer una pausa y pensar conscientemente en lo que estás haciendo, puedes permitirte tomar decisiones diferentes.

Además de la atención plena, los cambios ambientales pueden tener un impacto significativo. Si tiendes a posponer las cosas revisando tu teléfono cada pocos minutos, poner tu teléfono en otra habitación mientras trabajas puede reducir la tentación. Alterar tu entorno para eliminar las señales que desencadenan malos hábitos es una forma simple pero efectiva de cambiar el comportamiento.

Construyendo rutinas positivas

Una vez que hayas identificado y trabajado para romper tus malos hábitos, el siguiente paso es crear rutinas positivas que te conduzcan hacia el éxito. La clave para formar buenos hábitos es comenzar de a poco. James Clear, autor de Hábitos Atómicos, aboga por hacer pequeños cambios que sean fáciles de mantener. Por ejemplo, si deseas desarrollar el hábito de leer más, comienza leyendo solo una página al día. Estas pequeñas acciones se agravan con el tiempo y pueden conducir a resultados notables (Clear, 2018).

Otro factor crítico en la construcción de rutinas positivas es la consistencia. Los hábitos se forman a través de la repetición. Para aumentar la probabilidad de mantener un nuevo comportamiento, intenta participar en él a la misma hora todos los días. Esto crea una sensación de rutina y hace que el hábito sea más fácil de integrar en la vida diaria.

Además, recompensarte a ti mismo por seguir hábitos positivos es esencial para el refuerzo. Estas recompensas no tienen que ser extravagantes; pueden ser tan simples como reconocer tu progreso o darte un breve descanso después de completar una tarea. Celebrar pequeñas victorias te motiva a continuar con el comportamiento.

La conexión hábito-meta

Formar hábitos es esencial porque proporcionan la base para lograr objetivos más amplios. En lugar de depender de ráfagas fugaces de motivación, los hábitos aseguran un progreso constante. Por ejemplo, si tu objetivo es mejorar tu condición física, hacer ejercicio regularmente te acercará a ese objetivo con el tiempo.

Centrarse en los sistemas (los hábitos y rutinas que impulsan el progreso) suele ser más efectivo que centrarse únicamente en los objetivos. Si bien las metas brindan dirección, los hábitos son los que te mantienen avanzando a diario. En este sentido, los hábitos son los componentes básicos del éxito.

Reconfigurando tu cerebro para el éxito

Los hábitos moldean quiénes somos y en quiénes nos convertimos. Al comprender la psicología detrás de la formación de hábitos, podemos tomar el control de nuestros comportamientos y, a su vez, de nuestras vidas. Ya sea rompiendo los malos hábitos que te frenan o construyendo rutinas positivas que te impulsan hacia adelante, el poder del cambio está en tus manos y en tu cerebro. Como dijo el filósofo e historiador Will Durant, "Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito".

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Jessica Koehler Ph.D.

Jessica Koehler tiene doctorado de la escuela de psicología de la Universidad de Maryland, donde su investigación se ha enfocado en prevención basada en la escuela, equipos escolares colaborativos y eficacia del profesorado.

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