Sexo
La influencia del ciclo menstrual en la libido femenina
Las mujeres no entran en "celo" pero los estudios muestran que la libido se eleva alrededor de la ovulación.
3 de agosto de 2020 Revisado por Lybi Ma
Hace unos días tuve una reunión con una colega. Haciendo plática, la saludé con el común, “¡Hola! ¿Cómo estás?” Esperando por completo una respuesta como “bien” o “ahí voy”. Me impactó que me contestara con honestidad: “estresada y ansiosa”, me dijo. “¡Pero al menos estoy ocupada!” Aunque siento un interés genuino por mi colega, me encontré sintiendo incomodidad con la honestidad de su respuesta. “¿No debería decir simplemente “bien” y ya?” Pensé.
Mi ligera incomodidad ante su respuesta está influenciada por la poderosa exigencia en la sociedad occidental de ser, o al menos actuar feliz. Los cajeros usualmente nos recuerdan que “tengamos un buen día”, cuando nos vamos. Los comerciales muestran imágenes de gente sonriente, como si comprar un nuevo tostador o cambiar de detergente en realidad fueran el significado de la vida. Incluso si no estamos familiarizados con la mayoría de las canciones de décadas anteriores, es probable que conozcamos alguna como “What a Wonderful World” de Louis Armstrong, o “La Vida es un Carnaval” de Celia Cruz. Pero el mundo no parece ser tan maravilloso últimamente. Con tantas crisis y preocupaciones a nuestro alrededor, no es razonable esperar que las personas estén felices todo el tiempo. De hecho, contrario a nuestro sesgo cultural, es normal e incluso saludable experimentar ansiedad, miedo, soledad e incluso duelo.
La psicología positiva, un campo surgido hace alrededor de 25 años, usualmente es considerada como la culpable de perpetuar el mito de que una buena vida se trata de ser felices. En las décadas anteriores, incontables libros, algunos bastante buenos, con títulos como La manera de ser feliz y La ventaja de ser feliz han llenado las estanterías. Pero no todo lo “positivo” nos hace felices. De hecho, Martin Seligman, quien con frecuencia es considerado el fundador de la psicología positiva, definió el campo como el estudio del funcionamiento humano óptimo, no necesariamente solo el estudio de la felicidad. Y, con el fin de funcionar de manera óptima en nuestras vidas, no es una gran idea estar todo el tiempo en un estado de dicha, por estas dos razones.
1. La felicidad y el significado no son sinónimos
Date un momento para considerar las experiencias, acciones y relaciones que hacen que valga la pena vivir tu vida. Si eres como la mayoría de las personas, tus respuestas caerán en dos categorías generales, lo que los psicólogos llaman “hedonista” y “eudaimónico”. Las experiencias hedonistas se tratan del placer: ver un amanecer hermoso, comer una delciososa rebanada de pastel o tener sexo excelente. Por otro lado, las experiencia eudaimónicas se tratan de encontrar un propósito y significado personal: vivir de acuerdo con nuestros valores, completar un proyecto de vida importante o hacer una diferencia en el mundo, de alguna manera.
La razón por la que esta distinción es importante es que a veces las cosas que son más significativas para nosotros no son placenteras, ya sea que estemos hablando de trabajar duro, cumplir nuestras promesas aunque sea incómodo, ser honestos cuando cometemos un error o de perdonar a alguien que amamos. Por años, trabajé como psicoterapeuta en un hospicio, ayudando a las personas a punto de morir a hacer las paces con su vida en los últimos meses o semanas de sus vidas. Mientras que no puedo decir que fuera un trabajo placentero, definitivamente puedo decir que fue el trabajo más significativo de mi vida. Del otro lado de la moneda, muchas experiencias placenteras no son realmente significativas. Aunque ver todos los capítulos de una serie en un día o comer un bote entero de helado pueden hacernos felices, es difícil decir que estas actividades contribuyen para hacer que nuestra vida sea realmente “buena”.
2. Las emociones negativas pueden mejorar la vida
A pesar de que muchos de nosotros preferimos sentirnos felices toda la vida, las investigaciones muestran que los sentimientos negativos, aunque son desagradables, a veces pueden ser buenas para nosotros. La ansiedad y el miedo pueden protegernos de amenazas potenciales. La culpa puede motivarnos a arreglar las cosas cuando cometemos un error, permitiéndonos preservar nuestras relaciones más significativas. Incluso el enojo puede ser útil. En un estudio, se le pidió a los participantes que representaran el papel de un vendedor negociando con un comprador. Su tarea era vender un lote de teléfonos celulares al “comprador” (quien creían que era otro participante como ellos, pero en realidad era un actor) al mayor precio posible. Mientras mejor fuera el trato que lograran, mayor era la recompensa que se llevaban en el mundo real al terminar el experimento. A algunos participantes se les hizo creer que el comprador se estaba enojando con ellos, mientras que otros creían que el comprador se sentía feliz. Los resultados fueron claros: los participantes que pensaron que estaban lidiando con un comprador enojado ofrecieron sus celulares con más del 30 por ciento de descuento por encima de los participantes que creyeron que estaban lidiando con un comprador feliz. Recuerda eso la próxima vez que llames a tu compañía de teléfono o a tu banco para disputar una cuenta injusta.
Por supuesto, hay una diferencia entre sentir una emoción como el enojo y actuar violentamente. También hay una gran diferencia entre experimentar emociones negativas en cantidades saludables y manejables y ser completamente sobrepasados por ellas. Como la mayoría de las cosas en la vida, prácticamente cualquier emoción es mejor en moderación. Pero, como muestran este y otros estudios, la cantidad precisa de ciertas emociones negativas, a las que se reacciona de maneras efectivas, puede ser útil. Los movimientos políticos que cambian al mundo pueden ser alimentados por el enojo, mientras que los impulsos por cambiar nuestras vidas pueden estar alimentados por la tristeza o el remordimiento.
Tal vez la lección más importante en esta investigación es que vivir una buena vida no se trata solamente de ser feliz. Se trata de ser quienes somos auténticamente, incluyendo el placer y el dolor, la felicidad y la tristeza, el amor y el conflicto. Si nos sintiéramos felices todo el tiempo, podríamos terminar perdiendo oportunidades de mejorarnos a nosotros mismos, luchar por lo que creemos, o participar en algunas de las cosas más significativas de nuestras vidas.
Mi colega que dijo que se sentía “estresada y ansiosa” es una doctora que cuida de pacientes en la sala de emergencias. Todos los días toma decisiones médicas difíciles mientras se enfrenta al temor de contraer alguna enfermedad. Pero también me dijo que a pesar de sus preocupaciones, siente que lo que está haciendo la da propósito a su vida: “a veces las experiencias más difíciles son también las más importantes”, me dijo. “Me alegraré cuando descanse pero no querría estar haciendo nada más”.
Imagen de Facebook/LinkedIn: Estrada Anton/Shutterstock
A version of this article originally appeared in English.