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Verificado por Psychology Today

Relaciones

4 cosas que no puedes hacer al pelear con tu pareja

Hay una razón por la que los expertos les llaman "Los Cuatro Jinetes".

Artem Furman/Shutterstock
Fuente : Artem Furman/Shutterstock
La última vez que peleaste con alguien cercano, ¿qué emociones sentiste? ¿cómo actuaste? ¿criticaste a la otra persona, la insultaste, giraste los ojos mientras permanecías en completo silencio? ¿Te pusiste a la defensiva cuando la otra persona intentó explicar lo que estaba mal? O, ¿fuiste capaz de bromear y aligerar el humor?

Todo el mundo pelea, pero diferimos en la manera en la que lidiamos con un conflicto. Y resulta que la manera en la que lidiamos con los conflictos dice mucho sobre el futuro de nuestras relaciones. Al observar a las parejas pelear, el investigador John Gottman descubrió qué no hacer si quieres hacer durar tu relación, y publicó su investigación seminal sobre qué comportamientos evitar si quieres un final feliz para tu relación. Gottman descubrió que hay cuatro comportamientos que son particularmente dañinos para las relaciones. Los llamó “los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”.

1. Crítica

Está bien (y puede ser saludable) quejarse de lo que está mal en su relación. El problema surge cuando las quejas se convierten en críticas. Una queja se enfoca en el evento comportamiento que quieren cambiar, mientras que una crítica ataca la personalidad de la otra persona. Cuando te des cuenta de que estás generalizando, diciendo que tu pareja “siempre” o “nunca” hace algo, estás cayendo presa a las críticas. Por ejemplo, puede que yo quiera hacerle saber a mi esposo que me molesta que no viajemos con frecuencia. Podría decirle simplemente que desearía que viajáramos más. O podría culparlo por el problema y decir, “nunca viajamos porque tú siempre eres tan egoísta que no te importan mis intereses.”

Qué hacer en su lugar: Intenta expresar tu queja sin culpas. Hazle saber a tu pareja que algo te hace infeliz, pero no lo hagas su culpa, y evita los adverbios de “siempre” y “nunca”.

2. Actitud defensiva

Esta es particularmente difícil para mí. Cuando alguien sugiere que hice algo mal, mi instinto es reaccionar rápidamente con “no es mi culpa”, seguido por alguna excusa. A veces llego hasta a hacerlo de manera preventiva defendiéndome antes de que se me acuse. La actitud defensiva también ocurre cuando respondes a las quejas de tu pareja con quejas propias: como cuando tu pareja te hace saber que le molesta que dejes las botellas de shampoo vacías en la regadera respondes señalando que a ti te molesta que no tiendan la cama.

Qué hacer en su lugar: El problema con la defensividad es que no te permite ver tu papel en un problema, y es frustrante para la otra persona que siente que no está siendo escuchada. Responsabilízate. Si tu pareja te hace saber que algo que haces le molesta, considera que podría tener razón y busca tu parte del problema. Yo aprendí esta lección finalmente un verano en la universidad cuando mi hermana y yo estábamos pintando la casa de nuestros padres juntas. Cada vez que yo cometía un error y ella lo notaba yo me ponía a la defensiva, ella se frustraba y de ahí todo iba en picada. A mediados del verano, decidí intentar una táctica diferente: la siguiente vez que vi un error que cometí, asumí la responsabilidad, me disculpé y pregunté cómo arreglarlo. Mi hermana me dijo que no era la gran cosa y que no me preocupara, que simplemente prestara más atención en el futuro. Me impresionó lo diferente que resultaron las cosas cuando me resistí al impulso de ponerme a la defensiva y en su lugar acepté mis propios errores.

3. Desprecio

Todo el mundo tiene momentos de enojo, pero cuando empiezas a sentir desprecio hacia tu pareja, esa es una clara señal de que algo debe cambiar. El desprecio es la mejor manera de predecir un divorcio. Es el sentimiento de que eres mejor que tu pareja y surge cuando haces comentarios burlones con la intención de insultar. Si insultas a tu pareja, te burlas de ella, usas sarcasmo o le giras los ojos, probablemente sientes desprecio. Puedes bromear ocasionalmente con tu pareja en un espíritu juguetón, esto resulta beneficioso. Pero si te encuentras bromeando con un espíritu mezquino, como burlarte de un tema sensible, esa es una señal de desprecio. (Y llamar a tu pareja idiota, creyéndolo, es una señal incuestionable de que tu relación está en el ducto de la basura).

Qué hacer en su lugar: En lugar de enfocarte en todas las cosas que odias de tu pareja, construye una cultura de apreciación en la que te enfoques en lo que tu pareja le aporta a la relación. Si sientes desdén, tal vez solo necesitas un momento para imaginar cómo sería tu vida si nunca hubieras conocido a tu pareja.

4. Construir un muro

Construir un muro se trata más de lo que no haces que de lo que sí. Imagina cómo reaccionaría un muro de piedra si le contaras cómo te sientes. Cuando te sientas en silencio sepulcral o solo respondes con monosílabos, te estás desconectando de la interacción. Esto ocurre en respuesta a sentirnos abrumados por la fuerte negatividad de tu pareja. (Gottman encontró que los hombres tienen más probabilidades de construir un muro que las mujeres).

Qué hacer en su lugar: En lugar de desconectarte como respuesta al agobio, intenta decirle a tu pareja que necesitas tomarte un tiempo para calmarte y planeas regresar a la conversación cuando recuperes la calma.

A pesar de que describí a los cuatro jinetes por separado, con frecuencia aparecen juntos, la crítica por parte de una persona puede llevar a que la otra se ponga a la defensiva, lo que puede promover sentimientos de desprecio y, eventualmente, a la construcción de un muro.

Las parejas que pueden bromear, reír y compartir momentos, un contacto o una sonrisa rápida, durante una pelea son mejores para combatir este ciclo negativo y hacerlos más felices en sus relaciones.

¿Tienes experiencia con los cuatro jinetes? ¿Qué otros comportamientos consideras como destructivos para una relación?

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Amie M. Gordon, Ph.D.

La Dra. Amie M. Gordon, es psicóloga social en la Universidad de Michigan cuya investigación se enfoca en las relaciones interpersonales y el bienestar.

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