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Verificado por Psychology Today

Resiliencia

Preparémonos para una ola de comportamiento desastroso: la resiliencia si y cuando el coronavirus vuelva

La angustia psicológica causada por un desastre produce ciclos que pueden durar hasta un año.

Si el COVID-19 es parecido a cualquier otro desastre, seguirá un curso predecible que incluye una ola devastadora de problemas en el comportamiento. La administración de servicios para la salud mental y el abuso de sustancias en Estados Unidos tiene identificadas seis fases de desastre que experimentan las comunidades después de que ocurre un desastre, y pueden durar hasta más de un año.

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¡Estemos listos para lo que viene después del periodo de luna de miel!
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Esta ola podría resultar en una elevación en el abuso de sustancias, síntomas de ansiedad, tendencias suicidas, síntomas depresivos, violencia doméstica y niveles severos de estrés. Con la llegada de las fiestas y la posibilidad de un posible resurgimiento durante el otoño, los resultados podrían ser devastadores.

Para entender mejor cómo podemos prepararnos para un repunte de COVID-19 y los efectos que puede producir en el comportamiento, observemos estas seis fases. Luego, investigaremos la herramienta psicológica y de consciencia plena que podemos usar para hacer frente a todos esos retos y obstáculos imprevistos, que, en una palabra pueden resumirse como: resiliencia.

Las fases de un desastre

Fase 1: Miedo e incertidumbre

Esta es la reacción inicial normal ante cualquier amenaza. Conforme recibimos más información, estas emociones pueden aumentar o disminuir.Fase 2: Impacto

Esta es la comprensión más profunda de lo que ha ocurrido, y surgen hordas enteras de sentimientos, incluyendo impacto, pánico, confusión e incredulidad. Típicamente, durante este periodo surgen los instintos de supervivencia, conforme los individuos buscan proteger a sus familias y seres queridos. Esta suele ser una de las fases más cortas.

Fase 3: Héroe

Todo el mundo se une en esta fase y hay mucha energía mientras se ejecutan planes para ayudar a los demás, como cuando se llevan a cabo operaciones de rescate.

Fase 4: Luna de miel

En esta fase, hay una creencia de que las cosas volverán a la normalidad y hay una sensación de optimismo y de ver hacia el futuro. Este es un momento para hacer conexiones y acercarse. Es cuando se implementan los planes de alivio de desastres y las personas forman lazos a través de su altruismo, generosidad y ayudando.

Fase 5: Desilusión

La desilusión ocurre cuando no se cumplen las expectativas. Puede que el desastre dure más de lo esperado o que el agotamiento y dificultades exploten en enojo, exasperación y frustración. Esta puede ser una de las fases con mayor duración. Puede llegar a prolongarse por eventos detonantes, como otro despunte en los casos de COVID-19. Las fiestas y las fechas de aniversario del desastre son particularmente peligrosas. Puede que no estén disponibles algunos servicios, y la incapacidad de lidiar con ello, junto con sentimientos de desesperanza suelen producir un repunte en los problemas de comportamiento que pueden saturar el sistema de salud, que de por sí ya suele estar fatigado y funcionando más allá de su capacidad.

Fase 6: Reconstrucción

Después de llegar a un punto muy bajo, está el periodo de reconstrucción cuando ocurre la recuperación. Es un periodo en el que nos esforzamos por superar el duelo proveniente de la experiencia del desastre, todo esto mientras nos acostumbramos a la nueva versión de la normalidad en nuestras vidas. Mientras que el aniversario del desastre usualmente marca la transición hacia esta fase, puede prolongarse por años, como la recuperación después de La Gran Depresión y otros eventos de onda de choque.

Prepararse para la desilusión y más allá

Aún hay un alto nivel de incertidumbre alrededor del COVID-19, y muchas de las preocupaciones relacionadas podrían persistir incluso después de que se produzca una vacuna. Pero en el futuro cercano, necesitamos prepararnos para la ola desastrosa de desilusión y pérdida de esperanza. Esta ola podría saturar a los servicios sociales si hay otro repunte en la pandemia que pudiera ocasionar que se implementen nuevas regulaciones restrictivas, como refugiarse en casa.

Si esto sucede, podría haber una crisis de comportamiento que resulte en un incremento en los problemas psicológicos mencionados anteriormente: abuso de sustancias, síntomas de ansiedad, tendencias suicidas, síntomas depresivos, violencia doméstica y altos niveles de estrés. Esto va a esparcirse, impactando a las comunidades y centros de tratamiento con un volumen de casos difícil de imaginar, y mucho más difícil de tratar.

Por eso necesitamos tener herramientas de resiliencia listas para usarse.

Resiliencia: Protección plena y psicológica contra los obstáculos

Me gusta pensar que la resiliencia es una poderosa vacuna, o una inyección de refuerzo, que te protege de obstáculos de todo tipo. La resiliencia también puede considerarse como un estado de un equilibrio, en el que podemos mantener un sentido de balance cuando las condiciones alrededor de nosotros son difíciles o extremas. Es como somos capaces de levantarnos de los retos y obstáculos de la vida.

Los investigadores que llevaron a cabo un estudio sobre el papel mediador de la resiliencia encontraron que los individuos que practicaban la consciencia plena tenían menos probabilidades de enfocarse en la negatividad y el fracaso. Como no estaban estancados en el pasado, tenían más probabilidades de seguir adelante, así como de tener una mayor satisfacción con la vida. Además, la consciencia plena ayuda a silenciar las emociones, lo que es crítico para pensar más claramente y tener acceso a la parte ejecutiva y de toma de decisiones del cerebro.

Yo he encontrado que hay cuatro factores clave de la resiliencia, y el libro, 101 maneras de construir resiliencia mediante la consciencia plena está estructurado para sacar ventaja de esos cuatro factores. Echemos un vistazo más de cerca a la manera en la que estos factores, calma, claridad mental, optimismo y felicidad, funcionan para amedrentar el fracaso:

Factor 1 de la resiliencia: Calma para la regulación emocional

Si estamos sumergidos en la negatividad, nuestro sistema emocional se activa, y las hormonas del estrés nos detonan un estado de hipereactividad y alerta. Este no es un estado en el que podamos valorar claramente nuestras opciones. De hecho, necesitamos domar la amígdala, el antiguo sistema de alarma del estrés, con el fin de conectar al cerebro ejecutivo y pensante. Es posible hacerlo mediante prácticas de respiración y consciencia del presente y herramientas para calibrar y domar nuestras emociones.

Factor 2 de la resiliencia: Claridad mental para resolver problemas

El área detrás de nuestra frente es la corteza frontal, que es la parte ejecutiva del cerebro a cargo de analizar y tomar decisiones. Lograr que funcione correctamente requiere los alimentos correctos, consumir proteínas cada 2-3 horas y dormir por al menos seis horas, además de un sistema nervioso más relajado. La resiliencia requiere flexibilidad de pensamientos. Pero si estamos estancados en mentalidades y patrones viejos, es difícil ser creativos. Es por eso que para obtener claridad necesitamos impulsores de resiliencia como los alimentos correctos para la flexibilidad mental, practicar conectarse con un propósito y otras maneras de ajustar al cerebro de manera óptima para pensar claramente y resolver problemas.

Factor de resiliencia 3: Optimismo para tener energía, motivación y esperanza

Incluso si tuviéramos las mejores habilidades para resolver el problema en el planeta, ¿de qué servirían si no pudiéramos levantarnos del sofá para llevarlas a cabo? Por eso es que este factor de la resiliencia es tan crítico al éxito. El optimismo está diseñado para darnos la energía, entusiasmo, determinación y actitud positiva para seguir adelante. Las habilidades en esta categoría incluyen cosas como identificar tus propias fortalezas internas, despejar la contaminación emocional y apreciar el vaso como medio lleno.

Factor de resiliencia 4: Ser felices buscando alegría y construyendo conexiones

Aunque el desastre podría alejarnos temporalmente de nuestras metas, necesitamos encontrar la felicidad como un chaleco salvavidas que nos levante y nos mantenga involucrados y esperanzados. La felicidad es ese sentimiento de estar vivos que podemos encontrar en el momento, incluso en medio de condiciones desafiantes. Al conectarnos con otros podemos compartir historias y encontrar esperanza mutua. Es por eso que cuando consideramos las habilidades para la felicidad, es útil seguir prácticas como la gratitud, saboreando los buenos momentos en la vida y esparciendo las semillas de amor y amabilidad hacia los demás. De esta manera, nos sentimos más sustentados y abrigados de maneras que incrementan nuestra resiliencia y nos vacunan contra la pérdida de esperanza.

Práctica de dos minutos para impulsar la resiliencia

Parte 1: Respira larga y profundamente y exhala lentamente. Siente cómo toda tu tensión, o incluso una sola preocupación, salen del cuerpo cuando sueltas. Esto te traerá una sensación tanto de calma como de claridad. Si de verdad quieres deleitarte, ¡date un segundo respiro!

Parte 2: Piensa en una cosa que hiciste que ayudó a alguien más, o un logro que te hizo sentir orgulloso, o en alguna vez que hiciste sonreír a otra persona o sentiste una conexión con otro ser. Esto impulsará una sensación de optimismo.

Parte 3: Observa la naturaleza o encuentra algo hermoso en tu ambiente (un color, objeto, sonido etc). Deja que la sublime belleza delante de ti te absorba. O reflexiona sobre un recurso útil o conexión significativa en tu vida, incluso planea contactar a esa persona más tarde. Esto te traerá felicidad y esperanza.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Donald Altman

Donald Altman, un psicoterapeuta y antiguo monje que aparece en The Mindfulness Movie y Living Spiritual Teachers Project, es el autor del nuevo libro Travelers.

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