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Verificado por Psychology Today

Relaciones familiares

Por qué me alejé de mi familia por segunda ocasión

Tomar la trágica decisión de cortar los lazos es amargamente dolorosa.

Aleksandr Davydov/123rf
Source: Aleksandr Davydov/123rf

Distanciarme de la mayoría de mi familia es una de las más grandes decepciones de mi vida. Como mis clientes que han tomado la decisión de alejarse de sus familias, soporté años de comportamiento emocionalmente abusivo antes de removerme por completo del círculo familiar. En mi caso, mi alejamiento involucraba a mi padre (ya fallecido) y a tres de mis hermanos; aún estoy en contacto con un hermano y mi madre.

Mi necesidad de romper lazos con miembros de mi familia sucedió durante un periodo de alrededor de 10 años, primero con mi padre y culminando con mi hermana. Hubo incidentes profundamente angustiantes relacionados con cada uno de mis familiares.

Ninguno de estos incidentes ni mis respuestas a ellos salieron de la nada. Capa sobre capa de toxicidad, incluyendo la aceptación dentro de la familia de comportamiento abiertamente agresivo y emocionalmente abusivo estaban enterradas debajo de los incidentes finales que causaron que me alejara. Con cada familiar del que me distancié me sentí agitada y deprimida y con frecuencia pensaba en reiniciar el contacto.

Pero me di cuenta de que la podredumbre iba más allá de cualquier individuo. Involucrarme con cualquiera de ellos significaba que me volviera a absorber el ambiente familiar altamente tóxico en el que me educaron, Mi madre siempre tuvo sus grupos, escondiéndole cosas a uno o más de sus hijos. Todos desconfiábamos de todos, todos éramos excluidos ocasionalmente del círculo interno y atraídos a él de manera cíclica. Cuando mi hermano actuaba de una manera sumamente abusiva, me decían que lo dejara ser: “así es él”, me decían.

Ser parte de la familia significaba dejar tu ética y valores en la puerta y entrar a una zona en que debería tener un enorme letrero en la entrada que dijera “PELIGRO. ENTRA BAJO TU PROPIO RIESGO”. Si estabas bien con ser parte de la manipulación, engaños y bullying, y de acuerdo con soportar el hecho que, algún día, sería tu turno de ser usado, manipulado y de recibir abusos y mentiras, entonces eras bienvenido. Lentamente, conforme corté mis lazos con miembros individuales de mi familia y me negaba a participar en cualquier pelea que estuviera de moda en ese momento, sentía que mi tristeza se tranquilizaba y aprendía a respirar con mayor facilidad.

Había hecho las paces con el estado de las cosas, después de todo. No había hablado con mis hermanos por entre 7 y 15 años y todavía mantenía contacto con mi mamá y uno de mis hermanos. Conforme me enfocaba en mi propia pareja e hijos, me sentía desconectada de mis tres hermanos, al punto en el que rara vez pensaba en ellos. Cualquier desagrado había desaparecido, simplemente no eran parte de mi vida.

Hasta que mi mamá tuvo un derrame y acabó en el hospital.

Mi primer instinto fue llamarlos a todos. Poner de lado mis diferencias. Compartir la noticia, enterrar los problemas y experimentar nuestro sentido compartido de sorpresa y dolor. Me sentía tan feliz de tener a mis hermanos y hermana de vuelta en mi vida. Al principio estuvimos bien y yo razoné que todos habíamos madurado durante el periodo anterior.

Y luego, la podredumbre empezó a aparecer por ahí, una mancha de moho podrido aquí y allá. Un comentario ligeramente amenazador por parte de mi hermano que dejé pasar. Un comentario racista o acciones pasivo agresivas que yo decidía ignorar. Sabía que todos estábamos estresados y me quedé callada para mantener la paz.

Las cosas empezaron a llegar al clímax cuando un hermano y mi hermana me pidieron, como poder notarial, que contactara al hospital para obtener una línea del tiempo del cuidado de mi madre que, para mí, parecía cargado de algún tipo de acusación hacia el hospital. Después de un par de largos mensajes de texto ignorando por completo mi opinión, cedí e hice lo que me pedían. Para mantener la paz.

Hubo muchos incidentes que me hicieron sentir cada vez más incómoda, culminando, finalmente, en un movimiento legal habilidoso por parte de dos de mis hermanos contra el hermano con el que siempre me mantuve en contacto. Mi otro hermano me dijo que no contactara a mi hermano hasta que tuvieran todo legalmente cubierto. Cuando señalé que era una mujer adulta y hablaría con mi hermano cuando quisiera, la conversación se puso fea, y yo recibí acusaciones de todo tipo de cosas. Al esforzarme tanto por evitar el caos que estaba agitándose a mi alrededor, sin darme cuenta terminé enrollada en él de todas formas. Escuchar mentiras contra mi hermano y yo fue la gota que derramó el vaso. “¡Odio a esta familia!” Grité. “¡Por eso es que no les hablé por años!”

Estaba impactada y horrorizada ante la pasión explosiva que surgió de mí. Por dos meses había logrado mantener la tapa en ello, permitiéndome ser silenciada, viviendo con temor del momento en el que mi hermano se voltearía en mi contra. Cuando eventualmente lo hizo, de una manera pasivo agresiva en lugar de una manera abiertamente agresiva, meses (tal vez años) de dolor, ira y enojo salieron a la superficie.

Bloquee a mis tres hermanos en mi teléfono. Me alejé de nuevo. ¿Estoy feliz con el resultado? No. Pero no puedo ser parte de una familia que se mantiene unida por mentiras y abusos, en donde expresar una opinión es peligroso. La ansiedad extrema que había experimentado casi de manera continua por dos meses empezó a aminorarse en el momento que tomé la decisión de bloquearlos y cortar mis lazos.

En retrospectiva, nunca debí haberme permitido ser absorbida de una manera tan profunda pero había experimentado desesperación por ser parte de la experiencia de mis hermanos, unidos, como estábamos, a través de la enfermedad de mi mamá que me cegó ante algunas de las ocurrencias más siniestras.

¿Cuándo es momento de cortar los lazos? Para mí, fue en el punto en el que no podía aferrarme a ninguno de mis valores y me enfermaba física y mentalmente. Para otros, ese punto podría llegar mucho antes.

Imagen de Facebook: fizkes/Shutterstock

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Claire Jack Ph.D.

La Dra. Claire Jack, es hipnoterapeuta, coach de vida, investigadora e imparte entrenamiento que se especializa en trabajar con mujeres con del espectro autista. Ella misma fue diagnosticada con trastorno del espectro autista en sus 40.

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