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Verificado por Psychology Today

Crianza

No, tus hijos angustiados no te están manipulando

Los comportamientos externos reflejan la verdadera angustia interna de los niños

Los puntos clave

  • Se suele pensar que los niños hacen berrinches o muestran angustia como una forma de manipular a los adultos.
  • Esto caracteriza erróneamente su forma de pensar y las cosas que necesitan.
  • Los niños se derrumban por diferentes motivos y hay que buscar mecanismos internos. No se trata de nosotros.
  • Ya es difícil regular nuestras propias emociones cuando somos adultos; los niños necesitan nuestra ayuda.
Source: Dragana Gordic/Shutterstock
El estrés es tan alto en estas situaciones que puede resultar difícil no tomárselo como algo personal.
Source: Dragana Gordic/Shutterstock

Bruno, un niño de 6 años a quien conocí hace muchos años durante una consulta escolar, sollozaba en la enfermería. Tenía los puños cerrados y los ojos enrojecidos e hinchados. Hubo un incidente. No quería dejar de usar una computadora portátil y, después de múltiples intentos de que dejara de usarla, se la quitaron y Bruno explotó. Tiró la computadora portátil al suelo, luego pateó y gritó cuando lo sujetaron y, finalmente, arañó y golpeó a las personas que intentaban contenerlo.

La evaluación del equipo fue unánime: Bruno los estaba manipulando para conseguir lo que quería. Él también hacía este tipo de cosas en casa. ¿Qué se podría hacer para que hiciera lo que le dicen?

Surgieron las soluciones típicas, incluyendo detención, suspensión, pérdida de la computadora portátil o modificar su plan de recompensa/refuerzo en la escuela y en casa. Todas estas soluciones consistían en convencer a Bruno (motivarlo) a seguir instrucciones y no manipular a los adultos para conseguir lo que quería.

Sin embargo, todas estas soluciones se habían probado antes y las cosas no mejoraban. Bruno continuó resistiéndose a la mayoría de las instrucciones y transiciones, a menudo enojándose y a veces explotando como hoy. Si bien se modificaron y ajustaron las soluciones, la explicación subyacente de los comportamientos de Bruno no cambió.

La historia de Bruno representa innumerables consultas y evaluaciones que he realizado a lo largo de los años, y mi primera pregunta siempre es: ¿qué pasa si “manipular a otros” no es la explicación correcta para las dificultades de este niño? Si tenemos la explicación equivocada, tendremos las soluciones equivocadas.

Etiquetar a un niño como “manipulador” implica que lo hace a propósito y que es un problema entre el niño y el adulto. Pero el problema para Bruno y niños similares no tiene que ver con otra persona, sino con su propio cerebro y cuerpo, sus propios circuitos neuronales.

Los comportamientos vistos externamente, como el rechazo y la agitación, son expresiones externas de la angustia interna de un niño que puede convertirse en un secuestro emocional de su cerebro. Los niños no controlan estas respuestas conductuales ni las dirigen a nadie. Las crisis masivas son la última etapa en la que un niño se sale cada vez más de control internamente. No se trata de nadie más.

Considera la idea de que poder seguir instrucciones es un proceso de desarrollo similar a las habilidades motoras o al habla y el lenguaje. Un niño pequeño necesita más apoyo para seguir instrucciones que un niño de jardín de infantes quien, a su vez, necesita más apoyo e indicaciones que un niño de sexto grado.

Y dentro de cada grupo de edad (por ejemplo, una sala llena de niños nacidos el mismo día del mismo año) verá un amplio espectro de habilidades en esta área. La mayoría de los niños llegarán a algún punto dentro de las respuestas esperadas, algunos cumplirán las demandas más fácilmente que muchos de sus compañeros, y algunos lo tendrán más difícil y tendrán más dificultades para seguir instrucciones que muchos de sus compañeros.

Estos niños no eligen pasar momentos más difíciles. Están esforzándose por hacerlo bien. Y puede deberse a una amplia variedad de razones, incluidos algunos diagnósticos psiquiátricos, trayectorias atípicas del desarrollo neurológico o muchas otras causas potenciales, como trastornos del sueño, traumas, enfermedades físicas y muchas más. Algunos niños aparecerán temporalmente en el grupo de respuesta más lenta porque la causa es más transitoria (como estar enfermo o cansado) y algunos tendrán patrones más persistentes.

Cuando culpamos al niño, etiquetamos sus dificultades como “manipuladoras” y respondemos de la misma manera, no damos en el blanco. Pero cuando vemos que tienen dificultades para satisfacer la demanda, podemos empezar a desarrollar soluciones que apunten al problema real.

Podríamos intentar darle al niño más tiempo y espacio para satisfacer la demanda. O podríamos modificar la tarea. O podríamos eliminar la demanda, al menos temporalmente. La capacidad o incapacidad del niño para cumplir con nuestras expectativas comienza con su capacidad para cumplir esas expectativas. Si seguimos aumentando la energía de la demanda, sin ajustarla a sus necesidades, o si le culpamos de algo que no puede cambiar, enciendemos los circuitos emocionales del niño, haciéndole aún más difícil satisfacer nuestra demanda, y a veces deshaciendo completamente su control emocional.

“Manipulador” es un término peyorativo que a menudo culpa al niño en situaciones sobre las que en realidad tiene poco o ningún control. Si eliminamos esa palabra de nuestra lista de explicaciones automáticas y buscamos otros posibles mecanismos para sus dificultades, podemos construir intervenciones más exitosas.

Imagen de Facebook/LinkedIn: PeopleImages.com - Yuri A/Shutterstock

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Candida Fink M.D.

Candida Fink, Médica, está certificada en psiquiatría general y de niños/adolescentes. Ejerce en Nueva York y es coautora de dos libros The Ups and Downs of Raising a Bipolar Child and Bipolar Disorder for Dummies.

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