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Verificado por Psychology Today

Resiliencia

Más allá de la culpa

Cómo la responsabilidad estimula el crecimiento y la sanación.

En mi práctica filosófica, a menudo me encuentro con pacientes atrapados en un ciclo de culpa, navegando sus emociones entre la frustración hacia los demás y el reproche a sí mismos. Se encuentran oscilando entre sentirse víctimas de las acciones de los demás y castigarse a sí mismos por acciones percibidas como imperdonables. Esta oscilación crea una tormenta emocional que puede ser difícil de manejar y resolver.

Estos sentimientos son dos caras de la misma moneda. Perdonar un error puede ser difícil y el castigo emocional a menudo parece la única solución lógica. Sin embargo, comprender cómo funcionan la culpa y la responsabilidad (y en qué se diferencian) puede ofrecer un camino hacia la curación y el crecimiento personal.

Las raíces de nuestro pensamiento: la educación y la crianza

Muchos de nosotros crecimos en entornos que promovían una visión maniquea del mundo, donde todo se ve en blanco y negro, como correcto o incorrecto. Esta perspectiva a menudo surge de una combinación de influencias religiosas y pedagogía tradicional que nos anima a categorizar situaciones y comportamientos de manera estricta.

En mi práctica filosófica, a menudo escucho a mis pacientes expresar estas creencias profundamente arraigadas. Se perciben a sí mismos como víctimas o perpetradores, sin dejar espacio para los matices o la complejidad. Cuando adoptamos esta perspectiva binaria, corremos el riesgo de quedar atrapados en un ciclo de culpas, buscando constantemente un culpable, ya sea nosotros mismos o los demás, sin considerar enfoques alternativos para comprender y resolver los conflictos.

La culpa: una barrera para sanar

La palabra "culpa" probablemente se origina del griego antiguo "kello", que significa "empujar" o "el empujón que lleva a la mala acción". Esto sugiere una participación más activa en la mala acción, donde uno ofende la moral y las leyes. En las lenguas anglosajonas, la culpa implica un sentido de reproche pasivo debido a su origen similar a blasfemar (en el sentido de reprochar), mientras que en las lenguas latinas implica un papel activo en la causa del daño que deja un poco más de espacio para enmendar el daño.

Sin embargo, en ambos casos, la culpa crea un obstáculo en el proceso de curación al asignar culpa sin ofrecer una salida. Atrapa a las personas en un ciclo de victimización y reproche, lo que obstaculiza el crecimiento personal y la autoconciencia.

En mis sesiones, observo que cuando los clientes se centran en la culpa, a menudo se sienten estancados e incapaces de avanzar. O bien internalizan la culpa o la externalizan, culpando a los demás, lo que les impide ver el panorama más amplio y comprender las complejidades de sus emociones.

Responsabilidad: un camino hacia el empoderamiento

Cuando trabajo con mis pacientes para cambiar su perspectiva, a menudo pregunto: ¿Realmente necesitamos culpar a alguien? ¿Asignar la culpa nos ayuda a avanzar en la vida? Si bien reconocer que no somos responsables de las malas acciones de otra persona puede tener un poder transformador, creo que cambiar el enfoque de la culpa a la responsabilidad ofrece una perspectiva más empoderadora.

La responsabilidad nos invita a involucrarnos activamente con nuestras acciones y elecciones. Nos alienta a reconocer cuándo debemos responder a nuestros propios errores o a los de los demás, fomentando un sentido de agencia y responsabilidad. A diferencia de la culpa, que a menudo nos hace sentir como víctimas en una lucha de poder, la responsabilidad nos empodera para tomar decisiones informadas y emprender acciones significativas.

En mis sesiones filosóficas, trabajo con mis pacientes para explorar el concepto de responsabilidad y cómo puede ayudarlos a recuperar el control de sus vidas. La responsabilidad proviene del verbo latino respondēre, dar una respuesta. Contiene inherentemente un sentido de agencia, un reconocimiento de que tenemos el poder de responder por nosotros mismos y dar forma a nuestras propias experiencias. Requiere que reflexionemos sobre nuestras experiencias vividas y les demos sentido, reconociendo la complejidad y los matices que existen en cada situación.

Asumir la responsabilidad del crecimiento personal

Pasar de una mentalidad de culpa a una de responsabilidad no siempre es fácil, pero es un paso fundamental hacia el crecimiento personal y la sanación. La responsabilidad nos anima a mirar más allá de la superficie, examinando los factores subyacentes que contribuyen a nuestros sentimientos y comportamientos. Nos invita a participar en la autorreflexión y la introspección, ayudándonos a entender las motivaciones detrás de nuestras acciones y las de los demás.

A medida que los clientes aprenden a aceptar la responsabilidad, se liberan del ciclo de culpa y victimización, cultivando una comprensión más profunda de sí mismos y sus relaciones. Aprenden a perdonar no solo a los demás sino también a sí mismos, reconociendo que los errores son parte de la experiencia humana y oportunidades de crecimiento.

Al cambiar nuestro enfoque de la culpa a la responsabilidad, podemos fomentar el crecimiento personal, construir relaciones más saludables y crear una comprensión más matizada de las complejidades de las emociones humanas.

Al final, es nuestra capacidad de responder reflexiva e intencionalmente a los desafíos de la vida lo que nos permitirá prosperar, transformando los momentos de conflicto y malentendido en oportunidades de crecimiento y conexión. Como psicóloga, mi objetivo es ayudar a los pacientes a transitar este viaje, empoderándolos para que asuman la responsabilidad y puedan sanar y lograr la realización.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Susi Ferrarello Ph.D.

La Dra. Susi Ferrarello, es profesora asistente en la Universidad Estatal de California, en East Bay, y consultora en filosofía.

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