Skip to main content

Verificado por Psychology Today

David B. Feldman Ph.D.
David B. Feldman Ph.D.
Duelo

Las cinco etapas del duelo están equivocadas

Lecciones aprendidas de las (no) etapas del duelo.

Stock-Asso/Shutterstock
Fuente: Stock-Asso/Shutterstock

Me gusta hacer un juego con mis estudiantes universitarios en cursos de psicología. Les muestro un premio jugoso, una tarjeta de regalo de una cafetería local, librería o restaurante, y les prometo que la primera persona que pueda nombrar las cinco etapas de duelo se la llevará. Invariablemente, al menos tres estudiantes las sueltan a los pocos segundos, dificultando la definición del ganador. Lo que es particularmente increíble es que muchos de estos estudiantes jamás habían tomado una sola clase de psicología.

Entre el público en general, uno de los conceptos más conocidos y aceptados es que el duelo procede en etapas. Si ya estás familiarizado con las etapas de duelo, agradécele a la psiquiatra y experta visionaria en la muerte, Elizabeth Kubler-Ross. Entre sus muchos libros y activismo incansable, Kubler-Ross logró cambiar la manera en la que la gente pensaba acerca de la muerte. Ayudó a suavizar un poco el estigma que había estado presente, logrando que fuera un poco más aceptable hablar sobre ello y buscar apoyo después de una pérdida.

Sin embargo, lo que tal vez no sepas es que Kubler-Ross no desarrolló originalmente estas tres etapas para explicar por lo que atraviesan las personas cuando pierden a alguien. En realidad, las desarrolló para describir el proceso por el que los pacientes pasan conforme logran aceptar sus enfermedades terminales. Esas etapas, negación, negociación, depresión y aceptación, se aplicaron mucho después a amigos y familiares en duelo, porque parecían atravesar un proceso similar después de la pérdida de sus seres queridos.

Resulta que el duelo no es tan sencillo.

Estudios han demostrado que los afligidos no atraviesan estas etapas de una manera fija. En consecuencia, cuando cualquiera de nosotros pierde a alguien que ama, podríamos encontrar que encajan perfectamente con las etapas como las delineó Kubler-Ross, o podríamos saltarnos todas excepto una. Tal vez las atravesamos rápidamente o vamos a paso de tortuga hasta lograr la aceptación. Incluso podríamos repetir o añadir etapas que Kubler-Ross nunca se imaginó. La misma Kubler-Ross decía que el duelo no se procesa de manera lineal y predecible, y al final de su vida escribió que lamentaba que sus etapas hubieran sido tan malentendidas.

El lado desafortunado de la creencia errónea pero firme de nuestra sociedad en las cinco etapas es que muchas personas terminan criticándose a sí mismas por "no llevar su duelo de la manera correcta". Cuando las personas se convencen de la idea de que solo hay una manera de llevar a cabo el duelo, entonces es fácil que se culpen cuando, naturalmente, se dan cuenta de que lo están haciendo de otra forma. Este tipo de autocrítica nunca le ayuda a nadie.

Incluso si las etapas no son precisamente el evangelio, podemos aprender del trabajo de Kubler-Ross, sin importar cómo sea nuestro proceso único de duelo.

Lección 1: Un poco de negación es natural

Afirmar que la negación es saludable podría parecer extraño, dado que los psicólogos han considerado por mucho tiempo que la negación es inherentemente dañina. Se han realizado investigaciones que demuestran que este no es el caso. Ronnie Janoff-Bulman, psicólogo y experto en trauma psicológico ha observado que la negación puede ser saludable en cantidades moderadas. Es la manera en la que el cerebro se "dosifica". Al igual que la medicina es buena para nosotros, enfrentarse completamente a la realidad de que un ser amado ha muerto, a fin de cuentas es buena para nosotros. Pero tomar demasiada medicina, demasiado rápido puede provocar efectos secundarios desagradables. De manera similar, obligarnos a confrontar emociones difíciles relacionadas con el duelo de golpe puede ser innecesariamente doloroso.

Janoff-Bulman no está abogando a favor de ignorar la realidad. En lugar de eso, ella considera que la negación es la manera en la que el cerebro se asegura de que no obtengamos dosis demasiado altas de duelo antes de estar listos. El cerebro nos da naturalmente "descansos de negación". Estos descansos nos permiten relajarnos, reagruparnos y prepararnos para los sentimientos difíciles a los que inevitablemente nos enfrentaremos.

La negación se vuelve enfermiza solo cuando no se puede dejar atrás. En tales casos, las personas a veces son incapaces de enfrentarse a su duelo. Darse un descanso temporal del duelo para ver una película, platicar con amigos para distraerse, o solo soñar despiertos un rato, es saludable, pero intentar evitar el duelo por completo puede tener consecuencias dañinas. Como regla general, la única manera de librarse del duelo es atravesándolo. Si las emociones están ahí, es importante no intentar escapar de ellas. Pero tampoco deberíamos sentir que debemos enfrentar todas esas emociones al mismo tiempo. Hacer un duelo de manera adecuada significa permitirnos suficiente tiempo para recordar y sentir la pérdida, así como tomar las oportunidades ocasionales de distraernos y reagruparnos.

Lección 2: El duelo puede hacernos dudar de nuestra fe.

Fe no se refiere solamente a religión. Tenemos fe en muchas cosas, en nosotros mismos, en otros, y en el futuro. Cuando alguien fallece, nuestra fe en esas cosas puede tambalearse. Podría parecer que el mundo nunca volverá a ser el mismo. Y tal vez nos preguntemos si nosotros volveremos a ser los mismos.

Con frecuencia, las personas se hacen preguntas como: "¿Por qué le pasó algo así a alguien tan bueno?" "¿Cómo puede ser tan injusto el mundo?" Según las investigaciones del psicólogo Melvin Lerner, en cierto nivel, la mayoría de las personas creen en el antiguo dicho de, "cosechamos lo que sembramos". Tenemos fe en que, si nos portamos bien, nos pasarán cosas buenas. A muchos de nosotros nos inculcan esta creencia de niños y aún cuando crecemos, no renunciamos del todo a ella.

Sin embargo, la vida no siempre es justa y las personas no siempre tienen lo que merecen. La pérdida de un ser querido desafía estas creencias. Como resultado, las personas a veces se sienten culpables. Si el mundo es justo y nuestro ser querido ha muerto, es fácil creer que debe haber hecho algo malo. Algunas personas incluso intentan negociar con Dios (una de las etapas del duelo). Tal vez le prometan ser morales, justos, comprensivos o cariñosos si tan solo él les devuelve a su ser querido. Sin embargo, es importante recordar que la muerte tiene causas físicas y médicas, causas que no son culpa nuestra o, usualmente, de nadie más. Es natural cuestionar la justicia de perder a alguien que amamos. Pero, a fin de cuentas, la muerte no es ni justa ni injusta. Es simplemente una realidad desafortunada.

Además de hacernos cuestionar nuestra fe en lo que es justo, podríamos empezar a cuestionar nuestra fe en nosotros mismos. Algunas personas se encuentran preguntando, "¿quién soy sin mi ser querido?" Esto es especialmente probable si ellas o su ser amado fueron cercanos por mucho tiempo. Tal vez les cueste trabajo recordar quiénes eran antes de que esa persona llegara a sus vidas. Las personas suelen definirse a sí mismas por el papel que tienen en sus relaciones cercanas. Se perciben a sí mismas como parejas, hermanas, hijos, amigos, mentores o cuidadores. Cuando alguien fallece, podemos perder uno o más de esos papeles importantes. En esta situación, es natural sentirse confundido, triste o incluso enojado (algunas de las experiencias que Kubler-Ross capturó en sus etapas). El duelo toma tiempo porque involucra aceptar la pérdida de estos roles y redefinirnos a nosotros mismos. Durante este periodo de cambio, es importante recordar lo que no ha cambiado. Aunque muchas cosas se han movido de lugar, algunas constantes suelen estar presentes, nuestros amigos y familiares restantes son un buen lugar para comenzar. Es importante reconfortarnos con lo que es estable y usar esto como una "base" a partir de la cual podemos construir nueva fe en quienes somos.

Lección 3: El duelo usualmente lleva a aceptación

La noción de que el duelo es un proceso que eventualmente lleva a la aceptación es central para las etapas de Kubler-Ross. A pesar de que la mayoría de las personas nunca dejan de extrañar a sus seres queridos fallecidos, las emociones dolorosas que se sienten de inmediato después de la muerte, casi siempre se suavizan. Puede ser reconfortante recordar ese punto. Si nos decimos a nosotros mismos, "esto nunca terminará", "soy demasiado débil por sentirme así", "estoy enloqueciendo", o alguna otra declaración negativa (y probablemente no del todo cierta), terminaremos sintiéndonos innecesariamente peor. Si, en lugar de eso, nos repetimos que "esto es normal y no durará para siempre", será más fácil honrar nuestra pérdida sin cargas añadidas.

Sin embargo, es importante no apresurar el duelo. Muchos dolientes me han dicho que sus amigos les han dado todo tipo de estimados sobre qué tan largo debería de ser el proceso de duelo. Una persona podría decir que semanas, mientras que otras podrían pensar que meses o años. Ninguna de esas personas miente; simplemente están expresando sus propias experiencias. Pero el duelo es muy personal, y cada uno de nosotros tenemos derecho a nuestros propios tiempos. Mientras que las personas siguen experimentando momentos de tristeza moderada, incluso por años después de perder a un ser querido, los sentimientos más fuertes de duelo, conocidos como "duelo agudo" empiezan a reducirse después de unos meses. Pero es importante no criticarnos a nosotros mismos si nuestro duelo no es como el de la mayoría.

El duelo no es una carrera hasta la recta final, y no es un concurso para ver quién encaja mejor en las etapas de Kubler-Ross. Es una parte de la vida natural, a pesar de ser tan difícil, y es algo que no se puede explicar sencillamente a través de cinco etapas.

A version of this article originally appeared in English.

publicidad
Más de David B. Feldman Ph.D.
Más de Psychology Today
Más de David B. Feldman Ph.D.
Más de Psychology Today