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Verificado por Psychology Today

Cognición

¿Deberías escuchar a tu cabeza o a tu corazón?

La investigación podría tener la respuesta a este antiguo dilema.

racorn/Shutterstock
Fuente: racorn/Shutterstock

Estás dividida entre dos opciones: una arriesgada, la otra es segura. La opción arriesgada te atrae a hacer una compra rápida en línea. Aunque sabes que es más de lo que puedes o debes gastar, el tiempo de la disponibilidad del artículo se está acabando. El sitio te está diciendo exactamente cuántos quedan. No estás completamente segura si encajará en tu armario, pero como solo quedan dos, te imaginas que debes darte prisa. Tu corazón está gritando un claro , diciéndote lo bien que te verás en él y lo feliz que te hará. Tu cabeza grita un No tan fuerte, que te indica que pases de ello y ahorres tu dinero.

Aún más críticas que las decisiones de compras en línea son las que hacemos en las relaciones, como cuando te sientes atraída por alguien que probablemente no es adecuado para ti, pero te atrae de todas formas. Estás navegando por sitios de citas en línea o estás en una fiesta, cuando te sientes atraída al instante a un extraño atractivo. A diferencia de comprar un bolso o un par de pantalones, esta decisión puede afectar no solo tu billetera sino tu bienestar general. ¿Quién sabe? Incluso podría afectar el resto de tu vida, si resulta ser alguien perfecto para ti. Tu corazón, de nuevo, está clamando por tu atención, animándote a ir por ello. Sin embargo, tu cabeza tiene algunas preguntas más antes de darte permiso para sumergirte en esta posiblemente buena, posiblemente desastrosa nueva relación.

Amigos y familiares te dirán “escucha a tu corazón,” y "él sabe lo que es mejor para ti”. Oprah Winfrey, también sugiere que sigas tus inclinaciones emocionales en lugar de las que la lógica sugeriría. Pero, ¿es realmente un buen consejo? Piensa en las veces en las que seguiste tu corazón. ¿Cómo salió? Tal vez hubo ocasiones en las que tiraste la precaución al viento y dejaste que tus emociones tomaran las riendas y todo salió bien. Pero es probable que haya al menos la misma cantidad de veces donde tu decisión dio el resultado opuesto.

Desafortunadamente, tendemos a ser malos estadísticos cuando se trata de hacer un balance de nuestras propias experiencias anteriores. La investigación sobre la reminiscencia muestra que tendemos a recordar los eventos distintivos en nuestras vidas, particularmente aquellos que fueron agradables (Dickson et al., 2011). Para la mayoría de las personas, incluso los recuerdos traumáticos tienden a desvanecerse con el tiempo. Como resultado, estamos casi programados para seguir nuestro corazón porque recordamos los tiempos en que proporcionó la orientación correcta.

El otro lado de este debate es el hecho de que tus procesos racionales de toma de decisiones pueden tener un historial bastante bueno. Es posible que no recuerdes los momentos en que seguiste la lógica, porque pueden no haber sido tan memorables. También es posible que cuando la razón prevaleció, te dijera que no hicieras algo; por lo tanto, tienes menos cosas qué recordar. Piensa de nuevo en la tentación de comprar en línea: recuerdas los zapatos extravagantes que compraste una vez porque todavía los tienes (o el dinero que gastaste en ellos). No recuerdas lo que no tienes de la misma manera. Tampoco piensas tanto en la deuda en la que hubieras incurrido por los artículos que no compraste, porque no está allí.

¿Qué pasa con "el que se te escapó”? ¿No te arrepentirás siempre de no haber seguido el consejo de tu corazón de ir tras ese atractivo extraño, en lugar de tomar el enfoque más "racional" de esperar y ver?

Una vez más, recuerda que somos pobres estadísticos: recuerdas la elección que no hiciste porque, sin saber cuál sería el resultado, lo mejor que puedes hacer es adivinar lo que podría haber sucedido. Lo que no habrá sucedido, que obviamente no puedes recordar, son los malos resultados que podrían haber seguido a la decisión equivocada.

Teniendo en cuenta todos estos factores, ¿qué dice la investigación sobre si es mejor confiar en tus sentimientos frente a tus pensamientos?

Yixin Hu de la Universidad Normal de China Oriental y sus coautores (2015) abordaron este problema en un experimento innovador: pidieron a 72 participantes universitarios que tomaran decisiones sobre si tomar un riesgo o no. Las condiciones fueron diseñadas para parecerse a situaciones de la vida real que involucran los factores de limitaciones de tiempo y excitación emocional. En la condición de límite de tiempo, los participantes se vieron obligados a tomar decisiones rápidamente; en la condición relajada, tenían tiempo ilimitado. Dentro de esos dos grupos, el equipo manipuló el estado emocional de los participantes preparándolos con clips de video placenteros, de duelo o neutros. El trabajo del participante era decidir entre las alternativas seguras o de riesgo en una tarea de opción múltiple. La pregunta que se estudiaba era bajo qué conjunto de circunstancias los participantes estarían más dispuestos a correr un riesgo.

Los hallazgos mostraron que bajo la condición de presión de tiempo, los estudiantes eran mucho más propensos a tomar decisiones arriesgadas cuando se sentían felices, y mucho menos propensos a tomar decisiones arriesgadas cuando eran condicionados para sentirse tristes.

Sin embargo, con tiempo ilimitado para reflexionar sobre el riesgo, la emoción no hizo ninguna diferencia en los juicios de asunción de riesgos.

Podemos pensar que este efecto del estado emocional en la amenaza refleja la distinción de pensamiento rápido vs. lento que se teorizó que ocurre en nuestras mentes por el psicólogo ganador del Premio Nobel Daniel Kahneman. Tu pensamiento rápido, en sus palabras, se ve más afectado por tu estado emocional que tu pensamiento lento. Si la decisión arriesgada fuera benéfica, entonces perderás oportunidades al estar de mal humor. Sin embargo, debido a que es poco probable que las decisiones arriesgadas, por definición, conduzcan a un resultado satisfactorio, tu buen humor te llevará a tomar la decisión equivocada.

¿El resultado? Escuchar a tu corazón es algo que tiene más probabilidades de lastimarte que de no hacerlo, especialmente si estás bajo cualquier tipo de presión de tiempo. Una vez que hayas tenido tiempo para ordenar todos los factores, tanto racionales como irracionales, tu juicio debe ser más claro. Las decisiones de tomar riesgos pueden, de hecho, beneficiarte, pero solo tómate tu tiempo, siempre que sea posible, para obtener la máxima satisfacción de esas decisiones.

Derechos de autor Susan Krauss Whitbourne 2015

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Susan Krauss Whitbourne Ph.D.

La Dra. Susan Krauss Whitbourne, es profesora emérita de ciencias psicológicas y del cerebro en la Universidad de Amherts, Massachusetts . Su último libro es The Search for Fulfillment.

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